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RECUERDOS Y NOSTALGIA

COSAS CURIOSAS DEL PUEBLO III

EL ENSABANADO:  Este es uno de esos sucesos que sinceramente cabria como caso de estudio en varias disciplinas de alguna universidad. La Sociología podría hacer un estudio muy interesante de comportamiento social; la psicología Social lo podría encausar como una investigación de “histeria colectiva”; las ciencias de la Comunicación lo podrían mostrar como ejemplo vivo de cómo nace, se desarrolla y transmite un rumor y sus efectos en la población.

Aunque me tocó vivirlo, como casi todo lo que aquí escribo, no tengo muy precisas las fechas (Quienes me leen frecuentemente ya se habrán dado cuenta que no soy bueno para las fechas) pero debe de haber sido en 1968 o 1969. Era verano eso estoy seguro cuando todo comenzó porque en esos años en el pueblo todo mundo dormía afuera de las casas, en los patios donde se ponían catres de lona, cauchos de resortes o simples colchones en tablas. Era la única manera conocida de hacer frente al calor sofocante, se regaban los patios de tierra para refrescar un poco y se tendían los catres y a dormir. Las noches eran normalmente muy silenciosas, te acostabas y podías escuchar los ladridos de los perros, un que otro carro que pasaba, algún radio encendido y los trailers que pasaban por la carretera y frenaban al llegar a la curva. Conforme se hacía mas noche, los ruidos eran menos y podías casi escuchar las conversaciones de los vecinos ya acostados en sus patios. Aún recuerdo el hermosísimo cielo estrellado y cómo me entretenía buscando satélites que los identificabas porque eran una lucesita igual que una estrella lejana, pero que iba avanzando en el cielo. Era una emoción encontrar uno y verlo avanzar… hasta que te quedabas dormido. Hoy pienso que qué hermosa manera de encontrar el sueño.

El día y el momento exacto que comenzó esto, no lo sé, creo que nadie lo sabe. Quién lo inició, tampoco. Varios se han querido colgar la autoría, pero la realidad es que no hay un solo autor. Todavía hoy cuando nos juntamos los amigos se arman discusiones respecto a quién o quiénes fueron.

Un día de tantos temprano en la mañana, se supo en el pueblo que en el barrio de abajo, fulanita de tal, estando acostada en el patio vió pasar una figura blanca, que caminando rápido, dio vueltas por el patio y entre los catres y luego desapareció. Fue tal el susto de la fulanita de tal, que en cuanto pudo articular palabra, se incorporó en su catre gritando y ahogándose queriendo decir algo y apuntando hacia donde había desaparecido la figura blanca; con los gritos y el susto, se despertaron todos en la casa y con el barullo despertaron a los vecinos. Lo que se sacó en claro es que “una cosa blanca, como si alguien anduviera envuelto en una sábana, se le había aparecido”. Eso debe de haber sido como a las 2 o 3 de la mañana. Para las 7 u 8 de la mañana ya todo el barrio de abajo sabía lo que había pasado. Para las 9, 10 de la mañana, las gentes que llegaban a los changarros compartían la historia. Y para medio día, ya todo el pueblo sabía del suceso y lo platicaban divertidos y riéndose.

Hasta ahí todo hubiera sido “normal”. Una historia más de “espantos” de las tantas que había en el pueblo. Una historia más de “aparecidos”. Lo más probable es que para la caída del sol ya todo mundo se había olvidado de la historia.

Cayó la noche y el pueblo de nuevo se puso en paz…  aparentemente…

Esta vez los gritos y susto y ruidos, se escucharon en el barrio de arriba, por rumbos de que José María Méndez. De nuevo la figura blanca, había sido vista en el patio de una casa, pasó corriendo y desapareció de la misma forma. Era la misma figura blanca “como arropada por una sábana”, que había visto la Fulanita de tal una noche antes. En la mañana los comentarios eran “¿Supiste lo que pasó a fulano?” y te contaban la misma historia, pero ahora había sido en el otro extremo del pueblo. Todavía no dejaba de ser una anécdota más, poco creíble además. Pero todo el pueblo lo supo.

La tercera noche, la figura blanca se le vío por la loma, por el barrio de los Bracamontes, pero esta vez lo vieron pasar ya no corriendo, sino volando al ras del suelo. Susto tremendo, gritos histéricos, chamacos llorando, hombres vistiéndose para salir a perseguirlo. Desapareció tan rápido como había aparecido. En la mañana el comentario era “¿Supiste que vieron al ensabanado en por rumbos de la loma en casa de los tal?” “Oye, el ensabanado se apareció volando en tal lado”.

Ahora si ya era para tomarse en serio y las pláticas de los esquineros, en los changarros, en las casas, en todos lados era sobre el “ensabanado”. Se sentía un poco de miedo en el ambiente.

FANTASMA

El ensabanado no hacía daño, hasta ese momento solo se había limitado a pasar y desaparecer. Pero que miedo. Siempre aparecía de noche, entre las 12 y las 2 ó 3 de la mañana.

Las siguientes  6 ò 7 noches el ensabanado siguió apareciendo en distintos rumbos del pueblo y fue adquiriendo poderes: Volaba no caminaba, podía con facilidad pasar volando bardas de 2 metros de altura, hacia ruidos extraños, amenazaba con tocarte…

Se apoderó del pueblo una histeria colectiva y comenzaron las discusiones en las familias y en la calle en los grupos de hombres; unos decían que era un espanto y dependiendo de donde se aparecía o lo veían, “podía ser fulano de tal que ahí vivió y se murió hace como 60 años”; otros decían que eran “marcianos” (Asi les decíamos a los extraterrestres) pues se habían visto unas luces extrañas por el cerro. Otros decían que eran unos vagos de Caborca que venían al pueblo a asustar y divertirse. Lo cierto es que ya el tema de conversación todo el día a todas horas y en todas partes era “El Ensabanado”.

A las dos semanas de la primera aparición, el ensabanado seguía apareciendo, pero ahora en dos o tres lugares apartados entre si, casi al mismo tiempo, sólo con diferencia de unos cuantos minutos, lo cual lo hacía más increíble y más temible, pues podía trasladarse en cuestión casi de segundos de un lugar a otro del pueblo. La gente comenzó a casi no dormir, muchos prefirieron dormir dentro de casa aunque hiciera calor.

Para tranquilizar a la población el ayuntamiento contrató cuatro policías auxiliares para reforzar a los tres que había. Comenzaron a hacer rondines por los distintos barrios del pueblo para dar tranquilidad y seguridad a la gente. Aquello era una locura, el miedo se reflejaba en las caras de mucha gente y el coraje en otros. Se comenzaron a formar grupos de hombres adultos, de jóvenes adolescentes y de chamacos para “cazar al ensabanado”. Mis amigos y yo formamos un grupito de chamacos de 13, 14 años y armados de piedras y palos, recorríamos barrios enteros buscando al ensabanado. En el camino nos encontrábamos con otros grupos que hasta tenían sus señas de silbidos para alertarse unos a otros, había que silbar, no gritar porque el ensabanado podía oírlos.

Obviamente como chamacos debíamos llegar a dormir a casa asi es que nuestros rondines acababan temprano en la noche.

Al siguiente día no despertábamos con la noticia de que el ensabanado se había visto por tal lado, que los del barrio tal lo habían perseguido y tirado piedras, pero se les había perdido en la casa de no se quién. Y todo eso se contaba con tremendos ojotes abiertos del susto. No faltaba la señora que había caído desmayada porque vio el ensabanado en el patio de la casa, pero resultó ser una sábana o una camisa blanca en el tendedero de la ropa.

Asi pasaron tres casi cuatro semanas, la noticia llegó a la radio en Caborca, que era la radio que escuchábamos y se hacían comentarios entre chuscos, divertidos y serios de lo que estaba pasando en Pitiquito. No faltaron los jóvenes que con unas cervezas de por medio, llegaban de Caborca en carros a “ayudar a los Pitiqueños a agarrar al ensabanado”.

Una noche estábamos mi grupo de “caza ensabanado” con piedras en mano en la esquina de lo que era la casa del Dr. Lizárraga, era temprano, tal vez las 11 casi las 12 de la noche. Alguien grito “El ensabanado, alla en la loma” y al mismo tiempo se oyeron gritos de mujeres que gritaban “el ensabanado, el ensabanado” y volteamos y efectivamente en la esquina de la casa de Ramón Salcido, tres cuadras arriba de donde estábamos, vimos pasar al ensabanado corriendo. Salimos en estampida todos con ese rumbo, pero nos detuvimos en seco al escuchar tres disparos que sonaron horribles y los oímos muy cerca. Era el Tito Pino, el herrero del pueblo, que había hecho los disparos con un rifle cuando vio al ensabanado.

A partir de esa noche el ensabanado agarro miedo. Y poco a poco dejó de “aparecerse” hasta que ya no lo hizo más.

Con el correr de los días se comenzó a saber que el ensabanado era caracterizado por distintos jóvenes y hombres del pueblo que se ponían una sábana y salían a asustar gente y se daban la divertida de su vida. En realidad eran varios los ensabanados pero ni volaban, ni hacían ruidos extraños, ni atravesaban paredes, solo corrían. Estoy seguro que algunos “Ensabanados” me estarán leyendo.

Afortunadamente no hubo un muerto con disparos, ni hubo infartados. Asustados, desmayados, nerviosos, desvelados sin dormir, accidentados al caerse al suelo huyendo del ensabanado, miados y cagados si.

Por eso digo. Lo que pasa en Pitiquito, solo en Pitiquito. A ver díganme si no

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RECUERDOS Y NOSTALGIA

COSAS CURIOSAS DEL PUEBLO II

LOS CHISTES: Asi le llamábamos en Pitiquito a lo que en otros lados se conocía y conoce aún como Comics. Para nosotros eran “Los Chistes”. Y decíamos “¿Ya viste el chiste del Pato Donald?”. Había un solo lugar donde se vendían y era la tienda de Piñita. El Sr. Piña y su familia, su esposa y su cuñada, eran Filipinos. No sé cómo o en qué año llegaron al pueblo, yo ya lo conocí con su changarro en el que además de los artículos normales que se vendían en un changarro de pueblo, era el distribuidor de revistas y chistes y de la lotería nacional y del pan de Caco. El Sr. Piña (Piñita le decían en el pueblo) era un señor sumamente amable, agradable, atento y servicial. Había palabras del español que se le dificultaban y hablaba mal. Tenía un aparato de sonido, el único para esos fines en el pueblo, mediante el cual anunciaba todas las tardes a las 6 de la tarde “Pam, pam, pam, ya llegó el pam de Caco, calientito, lecién hecho”. Y la lotería nacional la anunciaba “Comple su cachito de lotería. Acuéstese poble y amanezca lico”.

comic 2Ahí con él comprábamos los chistes (Comics) de Micky Mouse, Pato Donald, Porky, Archi, La pequeña Lulú, Roy Rogers, Red Rivers, El Llanero Solitario, Tarzán, Los Supersabios, La Familia Burrón, etc. Costaban 80 centavos ó un peso.

Incluyo los Chistes en las cosas curiosas del pueblo porque no he sabido nunca de otro lugar del país en el cual se acostumbrara lo que en Pitiquito: Los chamacos del pueblo, los comprábamos, los leíamos, los juntábamos y luego los intercambiábamos entre nosotros. Juntabas 10, 15, 20 chistes y luego ibas y tocabas la puerta de tu vecino o de tus amigos o conocidos en el pueblo y les decías “Te cambio chistes”. Entonces, te pasaban a la casa y en la sala o en la recámara nos sentábamos yo con mi bulto de chistes y él con el suyo. Los poníamos en la mesa o la cama, yo agarraba su bulto y comenzaba “Este ya, este ya, este ya, este no, este tampoco, etc” Los que no habías leído los ponías a un lado. Luego el otro hacia lo mismo con tu bulto de chistes. Al final se contaban los que yo no había leído, él hacía lo mismo y nos los cambiábamos haciendo que los números coincidieran. Es decir si yo tenía 5 de él que no había leído y el tenía 7 míos que no había leído, solo intercambiábamos 5. Y luego te ibas a otra casa.

De dónde venía esa costumbre, quién la inició, cuándo se inició no se. Pero era una sanísima y acertada costumbre que desafortunadamente en algún momento se perdió. Nos obligaba a leer en primer lugar, y ahorrábamos un buen dinero con el intercambio. Los chistes prácticamente daban vueltas por todo el pueblo hasta que se acababan y se desgastaban, se deshojaban.

 

LOS AÑOS DE LA SUERTE: Un escritor latinoamericano habla de “Los años de la peste”. En Pitiquito, son “Los años de la suerte”. Desafortunadamente en esos años yo no vivía ya en Pitiquito, estaba fuera estudiando mi carrera o trabajando, pero en su momento me enteré y aún hoy en las pláticas salen a relucir esos años y esos eventos. Y es cuando los Pitiqueños decimos “Sólo en Pitiquito” dando a entender que lo que pasa ahí, no pasa en ningún otro lado. Y por eso estos eventos los agrupo en las cosas curiosas del pueblo.

Para quienes no conocen, les informo que por la orilla del pueblo pasa la carretera federal 2 Santa Ana – Tijuana y ahí exactamente en el pueblo, hace una curva después de bajar lo que se conoce como “El puerto”. La curva no es muy cerrada ni creo que tenga defectos de construcción, pero a lo largo de su existencia ha habido algunos accidentes en esa curva, la mayoría de tráiler y camiones de carga y atribuidos al cansancio de los operadores o a que se quedan dormidos. Pero mientras unos accidentes quedan registrados como meras estadísticas, otro pasan a la historia.

1976, el día exacto lo desconozco, pero debe de haber sido octubre o noviembre. Un camión Torton se volteó casi llegando al pueblo. No hubiera pasado de ser un accidente normal si no hubiera sido porque iba cargado hasta el tope de paquetes de mariguana. La noticia corrió como reguero de pólvora por el pueblo y antes de que llegara la policía federal de caminos y el ejército, fácil media carga desapareció. Hay muchas historias y rumores en torno a este suceso, pero como no me constan las omitiré. Sólo diré que algunos jefes de familia fueron muy felices y otros tiraron el piojo.

 

1982, 31 de diciembre. Como era invierno y hacía frío, el pueblo estaba apenas tomando vida a media mañana con la gente preparándose para celebrar el año nuevo en el baile de gala que se hacía en esos años en “La Galera”. En alguna otra ocasión platicaré de los bailes de año nuevo, pero hoy sólo diré que era el baile al que prácticamente todo el pueblo asistía, con sus mejores galas y era amenizado por alguna orquesta o grupo regional famosillo.

Deben haber sido como las 11 ó 12 del día cuando se comenzó a sentir una gran agitación en el pueblo. Carros iban y venían, gritos y risas por todos lados, gente corriendo con carretillas mezcleras por la calle, gente a caballo, hasta las carretas de mulas se desempolvaron.  No sólo los hombres, las mujeres dejaron sus quehaceres y salían de las cosas despavoridas y limpiándose las manos y con el mandil puesto. Dejaban tirados chamacos y estufas. Si alguien hubiera podido observar esas escenas desde arriba como en un helicóptero o algo asi, hubiera pensado que aquello era totalmente surrealista. ¿Qué estaba causando esa agitación?

Un tráiler y remolque se volteó en la curva de la carretera, frente al pueblo. Iba cargado de cajas de Ron San Marcos.  Oh my god!!!!! El cielo en la tierra. ¡La gloria en Pitiquito y el DÍA ULTIMO DEL AÑO!!! Mejor ni en las películas.

Ese día, esa noche, el baile estuvo super animado, toooodo el pueblo andaba en el baile con una botella de San Marcos en la mano y otra clavada en donde podía.

1985, era verano pero no me lo han podido asegurar. Si tres años antes, con el tráiler de San Marcos las escenas eran surrealistas, lo que ahora pasaba era como una película de esas de zombis donde todos se pelean contra todos y todos se comen a todos. Se veía un solo amontonamiento a veces desordenado, a veces ordenado, prácticamente toooodo el pueblo en un mismo lugar.

Se había volteado un tráiler doble remolque cargado de CAGUAMAS TECATE. Puede alguien imaginar un evento, un suceso más hermoso, más idílico que ese. Yo no sinceramente.

A pié, a caballo, en carreta, en bicicleta, en motocicleta, en carretilla, en diablitos, en autos sedán, pickups, camiones de carga, en todo lo que había disponible, la gente cargaba las cajas de cerveza. A ratos se ayudaban unos a otros y a ratos le entraban solos. Los que no tenían más que los brazos pa cargar, le ayudaban a los que traían carro e iban a mita y mita con la carga. Arreglos y desarreglos hechos al segundo y al vapor que emanaba de la cerveza derramada. Si el de San Marcos tardaron tres horas en dejarlo limpio, el de Tecate en una hora o menos quedo vacío.

Todavía un més después del suceso llegabas a cualquier casa y en lugar de leche desayunaban con cerveza. No tomaban agua, pura cheve. Si llegabas de visita no te ofrecían café, sacaban una Caguama.

¿Puede alguien mencionarme un lugar en el mundo donde haya pasado lo mismo? Mariguana, Ron y Cerveza como caída del cielo. Y dónde pasó eso. En Pitiquito.

Seguiré en otro artículo con otros sucesos curiosos. Gracias.

 

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PERSONAJES DEL PUEBLO

COSAS CURIOSAS DEL PUEBLO

LOS ESQUINEROS: Una vieja y arraigada costumbre en los pueblos de Sonora es que los hombres del pueblo se reúnan en ciertos lugares a platicar y ver pasar el tiempo. Digo de Sonora porque en otros pueblos de otros estados, la costumbre es reunirse en la plaza del poblado. Pero en Pitiquito fue en las esquinas, en ciertas esquinas, porque no cualquier esquina reúne los requisitos para ello. En el Pitiquito de hoy es una costumbre en vías de desaparición, es decir, ya no es tan frecuente. Pero en mis tiempos si.

Los hombres de cierta edad, de cuarenta pa arriba, en especial los muy adultos, se reunían en las esquinas a platicar, de preferencia en la tarde – noche una vez que recalaban de sus quehaceres diarios de los campos y los ranchos y después de haber cenado, pues se cenaba temprano, a las 6 ò 7 de la tarde.

Era una sana costumbre. De qué platicaban no sé, porque a los niños y jóvenes nos estaba vedado acompañarlos, eran adultos y me imagino se ponían al día de los chismes y de lo que pasaba en el pueblo y recordaban viejas anécdotas y aventuras. Se oían las carcajadas y se veían los cigarros encendidos y el humo de los mismos. No eran huevones como muchos piensan, eran personas trabajadoras todos, muy trabajadores.

Como estaban muchas horas ahí sentados, se daban cuenta de todo lo que acontecía alrededor de su punto de observación y sabían quién pasaba o quien llegaba o si andaba algún carro extraño en el pueblo.

Los esquineros eran un buen punto de referencia. Si andabas buscando a alguien lo más certero era preguntarles a los de la esquina “¿Oigan, no han visto pasar a fulano?”  “¿Hace mucho que pasó?” etc.

Había esquinas mejores que otras, por su ubicación y por su concurrencia. Y creo que también por la comodidad. Una esquina cómoda debía cuando menos tener una banqueta amplia donde sentarse, y si era alta, es decir de unos dos o tres escalones mejor; estar en un punto concurrido donde pasara gente a pie o en carro, o estar fuera de algún changarro al que iba la gente a comprar.

Yo recuerdo la Esquina del Molino, a la que iba mi papá, estaba céntrica y con mucho tráfico. Ahí recuerdo sentado además de mi papá a Pancho Ortega, el Secre Trujillo, el Paye Espinoza, el Chinito Lizárraga, Matías Velázquez, Alfonso Gastélum, José Luis Celaya y el Negrito Celaya cuando no estaban atendiendo sus cantinas.

La Esquina del Prieto Estrella, ahí se juntaban los del barrio, Pedro Méndez, Luis Cañez, el Patito Ortega, Neto Mazón, Tiburcio Montaño, el Tabila Lizárraga, Manuel Carrasco y a veces Don Manuel Gamboa.

La Esquina de los Mazón que era afuera de la tienda de los Hermanos Mazón, Carlos, Luis y Polo. Ahí podías encontrar a Renan Aguilar, Luis Méndez, Ramón Lizárraga, Matías Velazquez, Octavio Celaya, Enrique Vidal, Fay Méndez, Laurencio Reyna.

La Esquina de Los Monreal, que era en donde estaba la tienda de los Hermanos Monreal, Manuel, Pancho y Homero. De esa esquina no recuerdo muy bien quienes eran los asiduos, pero sin duda algunos de los ya mencionados en las otras.

La Esquina de La Mision, que es en donde hoy esta el parquecito de Don Alfredo. A esa iba mi abuelo Miguel Méndez Lizarraga, ya muy adulto y algunos de Zaragoza.

Había otras sin duda pero no están en mi radar en estos momentos.

Las reuniones eran diario y se terminaban por ahí de las 10 de la noche o un poco antes dependiendo del clima. Nunca y lo juro, los vi tomando cerveza o algún licor. Para eso estaban las cantinas. Las esquinas eran para platicar y pasar el rato. No había televisión y no a todos les gustaba el cine. Sólo había radio, y en la noche ya casi no sintonizabas nada salvo que tuvieras un radio de onda corta (Luego les cuento los programas que oía en Pitiquito, de la XEW de México).

Era común que alguno de los esquineros trajera alguna vara larga y con ella dibujaba en la tierra mientras platicaban. Las calles no estaban pavimentadas, asi es que en la tierra, dibujaban y escribían y sacaban cuentas. Y si no era con una vara lo hacían con el dedo.

Cuando mi papá fue Presidente Municipal y Faustino Félix Gobernador (Faustino era de Pitiquito) se inició con la pavimentación de las primeras calles en el pueblo. La calle Zaragoza, la Hidalgo y la Principal. Fue una hermosa obra hecha con todas las de la ley pues se introdujo al mismo tiempo antes de echar el pavimento la red de drenaje.

Cuando la obra estuvo terminada, en una visita de mi papa al Gobernador, en palacio en Hermosillo, ya cuando iba de salida, le dijo Faustino, “Esperate Miguel” y levantándose fue a su escritorio y saco una caja y se la entregó. “Toma – le dijo—llévasela a la bola de esquineros del pueblo” “Y qué es esto” — le dijo mi papa, “Es una caja de gises pa que puedan escribir en el pavimento” le dijo Faustino soltando la carcajada, “Estos cabrones han de estar mentandome la madre porque ya no pueden dibujar en la tierra, jajajajajaja”  Y sí.

EL TOQUE DE QUEDA: No sé quién lo inició ni en qué fechas, pero el caso es que a mi si me tocó “El Toque de queda”. Obvio, ahora lo llamo así, en aquel entonces no sabía ni qué era eso, pero eso era en realidad: un Toque de Queda para la chamacada del pueblo.

A las 9 de la noche en punto la única patrulla del pueblo recorría las principales calles con la sirena encendida a todo volumen, con los únicos tres policías que había, a bordo.

Era la señal para que TODOS LOS CHAMACOS Y JOVENCITOS, nos metiéramos a nuestras casas. No había razón para que después de esa hora anduviéramos en las calles. De niño, de 8, 9 años, hacías caso y salías corriendo a tu casa a acostarte. Pero ya mas grandecito de 12, 13 años años nos preparábamos para divertirnos un rato a costa de los polícias.

El comandante Chu García, y los policías Chito López y Chico García recorrían el pueblo con la sirena encendida y nosotros los “toreábamos”. Nos escondíamos en algún lugar y cuando la patrulla venía cerca, alguno de la bola saltaba y cruzaba la calle corriendo. Si teníamos suerte, la patrulla se paraba y bajaban los polícias a corretearnos con unas varas de mora o un fuete en la mano. Éramos unos ocho ó diez chamacos corriendo en todas direcciones y pasándoles por enfrente. Ellos nos correteaban una cuadra, nunca nos alcanzaban, se regresaban a la patrulla y seguían con el recorrido. Cuando terminaban el recorrido a la entrada del pueblo, apagaban la sirena y se regresaban en silencio a “cazar chamacos” y darles unos varejonazos para que se fueran a acostar a sus casas y no anduvieran vagando.

Me tocó ser testigo y ver compañeros a los que les dejaban las varas pintadas en las piernas, en los muslos o en la espalda, y llorando y gritando del dolor.

Sanisima costumbre, y acertada decisión no se de quien, que duró muchísimos años, hasta los 70s. Hoy los polícias hubieran sido demandados por los padres y acusados en derechos Humanos y estarían en la cárcel.

No se de otro pueblo en el que se hiciera algo similar. Debe haberlos, pero no conozco casos.

En unos días continúo con otras cosas curiosas de Pitiquito de los 60s, 70s.

Gracias por su interés.

 

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RECUERDOS Y NOSTALGIA

LOS FESTIVALES EN EL CINE.

Los festivales en el cine Pitiquito eran frecuentes en al año. Normalmente eran organizados por la escuela primaria y su Director el Profesor Francisco Burruel, mi tío. Burruel, como se le conoció en el pueblo, es la única persona que andaba todos los días, los 365 días del año, de corbata, fuera invierno o verano, lloviera o cayera lumbre del cielo. Fue famoso por eso y porque siempre traía algún libro, revista o periódico bajo el brazo. Fue muy entusiasta, muy entretenido y buena persona; educó a muchas generaciones durante más de 30 años. Entre la chamacada era célebre porque a todos nos decía “Indio”. “Qué hacen indios”, “indios compórtense”. Hoy, con toda seguridad algún padre de familia lo hubiera demandado por “discriminación y Bullyng”. Nosotros nos reíamos y lo imitábamos. Fue el Director de la escuela primaria José Carmelo, pero también tenía plaza y daba algunas clases en la Secundaria Ignacio Manuel Altamirano. Excelente Basquetbolista, además.

Cuando por alguna razón la escuela primaria necesitaba algún arreglo de albañilería o arreglar sanitarios o comprar material de limpieza como escobas, trapeadores etc. O material deportivo como balones, pelotas, guantes etc. Burruel organizaba un festival, que consistía en un evento para todo el público, que se presentaba en el Cine Pitiquito, con unas dos horas de duración y en el que se presentaba de todo: Sketch cómicos, declamaciones, cantantes, bailables, músicos, etc. Burruel les llamaba “Programa Literario Musical”. Se elaboraban boletos y se vendían a las mismas familias como una forma de cooperación, para juntar dinero para la escuela.

Cada salón, de primero a sexto año, debería presentar algo, y la responsabilidad recaía en el maestro o maestra del grupo, quien organizaba el número musical, bailable o actuado, con el que debería participar en el Festival.

Se hacían en el cine en algún día entre semana que no había proyección de películas, lunes. Miércoles o viernes. Pienso yo ahora, que eran en el cine por varias razones: Era un lugar cerrado y para entrar necesitabas presentar tu boleto; tenía butacas y por lo tanto más cómodo; el sonido era mejor y todo se escuchaba súper bien y lo más importante creo yo, sin que me conste, pero casi estoy seguro, que Don Raúl Reyna no cobraba renta, es decir, prestaba el cine para el festival.

“El escenario” se montaba enfrente de la pantalla y consistía en unas tablas de 30 piés de largo por uno de ancho, puestas una al lado de la otra, sobre unos tambos de lámina de 200 litros. Una escalera lateral para que subieran y bajaran los “actores”. Y los actores no sólo éramos los alumnos de la escuela, también participaban algunos adultos, jóvenes o maduros, del pueblo que se prestaban y colaboraban gustosos en cada Festival. Atrás de la pantalla hábia un cuarto que servía de “camerino” donde nos vestíamos, nos maquillaban y nos preparaban para subir a escena.

Cada festival era un éxito rotundo en todos los aspectos. El Cine se llenaba a reventar, incluso con gente parada en los pasillos. Todo el pueblo se divertía y tenía una noche diferente de la rutina diaria. Diversión sana y alegría a raudales.

En lo personal recuerdo que me tocó actuar en dos festivales. Uno en tercero de primaria en un sketch cómico en el que actuaba de indito, vestido con pantalón de manta y con la tonadita al hablar. Debe haber sido muy cómico porque aún recuerdo las caras de la gente riendo hasta las lágrimas. Y otro en quinto de primaria en el que bailamos una polca creo.

Los Mazón cantaban precioso y eran infaltables en los festivales. Rosa María Mazón y Carlos “El Chale” Mazón. Cantaban con mariachi en vivo. El Chale se fue a vivir a Estados Unidos muy joven y por allá cantó también grabando algunos discos y cantando en Las Vegas en donde vivió hasta su muerte hace pocos años. Pancho “De la Chahua” cantaba también. Sixto Duarte declamaba, era buenísimo, sobre todo con “La Chacha Micáila” y otras por el estilo, con las que hacía llorar a todas las señoras. Los “Pitison” grupo de rock local tocaba y acompañaba a algunos actores. “Los Pitison” lo integraban, Homero Aguilar, que tocaba saxofón y era el director del Grupo, José Luis Monreal el “Kitito”, en el bajo, el “Güero Pesetón López” en la batería y en la guitarra no me acuerdo, ¿podría ser Chuy Heredia? Había otros integrantes, pero no los logro ubicar bien. Homero Aguilar, después se fue a vivir a Las Vegas también donde trabajo toda su vida.

También cantaban y se echaban sus “palomazos” el Güero Fontes, que además era fotógrafo, el Fili Montaño y creo que alguna vez también actuó Milo Castillo (Era Castillo?)

De los cantantes niños, en los festivales, pues “El Cachambito”, Alma Delia Mazón y creo que Mirna Mazón también. Las hermanas Parra, Azucena que tocaba el acordeón y la Popeta que tocaba la guitarra creo, también subieron al escenario alguna vez.

Con todo ese completísimo elenco de talentos locales se armaba el festival que entre los 6 números de cada grado de la escuela primaria, más las colaboraciones de los adultos y el grupo musical, fácilmente duraba dos horas o más. Si algo fallaba, lo cual era lo más normal, nadie se quejaba. Podía fallar el sonido, fundirse un foco, que alguien se cayera bailando, que a alguien se le olvidara su parlamento, alguien que faltaba porque se enfermó, etc. Etc. Pero todo era felicidad, todo era compañerismo y unión del pueblo en una buena causa.

En el Cine Pitiquito también había presentaciones de artistas foráneos profesionales. Durante los 40s y 50s fueron muy famosas las caravanas patrocinadas por alguna marca cervecera, “La Caravana Corona”, “La Caravana Carta Blanca”. Ahí venían artistas verdaderos de los que se veían en las películas, cantantes, cómicos, ventrílocuos, magos, etc.  A mí ya no me tocaron, pero cuentan que Paco Miller y sus muñecos se presentó alguna vez. Yo solo recuerdo una presentación en el Cine Pitiquito de Ángel Infante, hermano de Pedro Infante, y que cantaba también. Lo recuerdo con su precioso traje de charro que le brillaba todo y el sombrero de charro hermoso. Un pistolón enorme al cinto. En una de sus canciones sacó la pistola y tiró tres tiros. ¡Me llevé el susto de mi vida! Tronaron fuertísimo y varios chamacos salimos corriendo asustados. Al menos yo, jamás había escuchado un balazo.

Hasta aquí mis recuerdos del Cine Pitiquito. Ya lo dije antes, lugar de ilusiones, lugar de magia y de fantasías, espacio que te hacia soñar y te llevaba a conocer otros mundos y otras culturas, otras costumbres; lugar de amor y desamor, lugar de encuentro, de unión.