El 13 de agosto había sido un día igual que los anteriores, con altibajos ya habían pasado 3 semanas de la muerte de Rafael y el Profesor y todos como ya dije tratábamos de seguir adelante, cuando…
Había salido temprano, como a las 5 de la tarde y me había ido a casa. Como a las 6:30 sonó el teléfono, me hablaban a mi. Respondí y era un compañero que me dice:
___Miguel ¡Acaban de levantar a Solorio!!
___!Qué, cómo!! A Solorio?
___Si, parece que un carró le cerró el paso y lo bajaron y se lo llevaron.
___Salgo para la oficina—respondí.
Reynaldo Solorio era el Secretario del Consejo. Un hombre muy trabajador, luchón, humilde y aunque su cara era de pocos amigos, en realidad ya tratándolo era excelente persona.
Le cerraron el paso a las 6 de la tarde del 13 de agosto, por la calle 8, unos hombres armados lo bajaron del carro y se lo llevaron. Era todo lo que se sabía.
O sea el numero 1 y el número 2 del Consejo, secuestrados.
De nuevo a revivir todo lo que habíamos vivido hacia apenas tres semanas. Ahora con estupor, con asombro y con mucho coraje, enojo y dolor.
Reuniones, conjeturas. No sabíamos ni supimos nunca si al igual que Rafael, Solorio hubiera sido amenazado. Y si lo fue, nunca lo dijo.
Andaba armado. Traía fajada al cinto una escuadra 45 enorme. Yo la vi, me la enseñó varias veces, y yo la veía enorme en serio, me daba miedo tenerla en la mano. Obviamente no había tenido tiempo de sacarla. No hubo disparos. Todo fue limpio. Lo bajaron, lo subieron a otro auto y desaparecieron con rumbo a la carretera.
Esto ya era demasiado: el Presidente y el Secretario del Consejo con atentados. La noticia corrió rapidísimo a pesar de que en ese entonces no existían las redes sociales.
Se recibió igual llamada del Gobernador, de la Procuraduría, etc. El Gobernador ya estaba molesto, se le estaba saliendo de las manos la situación en Caborca.
Llegaron los Judiciales Estatales y al rato los Federales, el Grupo Jaguar. Todos querían información a detalle de la vida de Solorio, de sus actividades, de sus relaciones. De nuevo se dio lo que se tenía y lo que sabíamos que no era mucho.
Fue un escándalo mediático. Toda la prensa estaba encima al siguiente día y había miles de especulaciones: Le quisieron colgar a él el secuestro y asesinato de Rafael. Que por eso lo habían levantado para silenciarlo, etc etc. Para nada dimos vuelo a esas versiones. Las negamos siempre y no eran sostenibles. Rafael lo estimaba y lo quería mucho al igual que a todos los del Consejo. Había confianza en él, sacaba las encomiendas que se le asignaban. No era una persona que cosechara muchas simpatías, pero eso no importaba, los que lo conocíamos sabíamos en realidad cómo era.
Este suceso vino a poner en guardia a todos. Ahora si había que tomar precauciones pues cualquiera podría ser el próximo. Esa misma noche el Consejo decidió poner guardias armados en las casas de todos ellos y en la mía. Desde ese día en el techo de la casa había tres ejidatarios armados y en la calle un pickup con otros dos. Y así en cada casa. Amanecía y se retiraban.
Al siguiente día alguien me entregó una pistola 38 especial, revolver cargada y con otras 6 balas adicionales. Ahora sí la acepté y me la fajé. Tenía miedo se me disparara fajada pero me dijeron que ese tipo de armas era de las más seguras, no había riesgo de que se disparara por algún movimiento o cosas asi.
Y al igual que yo, la gran mayoría de los ejidatarios andaban armados. Te asomabas a los carros y veías los rifles y las pistolas en los asientos. Creo que nunca las autoridades se dieron cuenta de qué tan cerca estuvo aquello de explotar.
Había mucho enojo, ira, frustración y deseos de venganza en el ambiente. Se sentía, se respiraba. Con el que hablabas, quería hacer algo, quería perseguir a alguien o meterle un plomazo a alguien.
Comenzaron a suceder cosas raras por esos días. Comencé a ser más cuidadoso fijándome si algún automóvil me seguía y si alguno duraba más de tres cuadras atrás de mí cambiaba de calle. Si noté que un pickup con vidrios oscuros se paraba a prudente distancia de la casa, no era del barrio, los conocía todos. Duraba mucho tiempo estacionado ahí. Se veía que eran Judiciales.
Cuando llegaba a la casa comenzaba a sonar el teléfono. Respondías y colgaban, a los 10 minutos de nuevo, volvían a colgar y así duraba un buen rato. ¿Qué haces? ¿A quién le reclamas? ¿A quién le preguntas? Al principio no le das importancia, pero conforme comienzan a pasar los días y sucede lo mismo, te comienza a entrar una desesperación, una angustia y junto contigo toda la familia.
Unos días después, el Gobernador del Estado habló para decir que quería ir a Caborca y visitar a las viudas del Sr. Muñoz y del profesor Osuna y a la esposa de Solorio. La visita sería dos días después.
El día indicado, el Gobernador llegó y una comitiva fue a recibirlo al aeropuerto local. De ahí se fueron rápidamente a hacer las visitas. Yo no fui a la recepción al aeropuerto, pero me integré en la tercera de las visitas. Era la casa de Solorio. Llegué, me estacioné y como ya estaban adentro todos, yo me quedé afuera recargado en el carro platicando con otros compañeros.
Al rato comenzaron a salir. Cuando salió el Gobernador junto con él venían otros dos personajes que no reconocí, no sabía quienes eran. El Gobernador me vió y se dirigió directo a mi. Cuando llegó me saludó:
___Querido Licenciadooo, cómo esta usted, qué gusto verlo.
___Bien señor Gobernador, aquí aguantando.
___Mire licenciado – me dijo – le voy a presentar al Señor xxx (No recuerdo su nombre pero creo que era algo asi como Quiroz Cuarón o parecido) el es el mejor investigador y criminalista que tenemos en el país. Desde hoy él se hará cargo de la investigación de todo este penoso asunto.
El personaje se adelantó y me dio la mano.
___Mucho gusto – le dije yo extendiéndole la mía.
___Y mire licenciado – continuo el Gobernador – aquí esta el Director de la Policía Judicial Federal. Venimos a garantizarles a las esposas y las familias que estos crímenes no quedarán sin solución. Las mejores mentes y los mejores investigadores están en esto.
El otro personaje se adelantó también y me dio la mano, diciendo:
___Mucho gusto licenciado Méndez – ya me han hablado de usted los muchachos. En lo que podamos servirle por favor dígamelo.
Yo no se cómo en ese momento se me vino a la mente lo de las llamadas, ni sé de nuevo de dónde saqué valor. Le respondí:
___Mucho gusto en conocerlo. Fijese que si, si hay algo en lo que puede ayudarme.
No se lo esperaba y la cara le cambió.
___Dígame por favor cómo podemos ayudarlo licenciado – me dijo.
___Mire – le dije—por favor dígale a sus muchachitos que dejen de estar hablando a mi casa. Es muy molesto. Que no intimiden asi, que busquen en otro lado.
Abrió tamaños ojotes de sorpresa y me dijo:
___¿Cómo dice? Mis muchachos le hablan a su casa?
___Pues no encuentro otra explicación – le dije — llego a mi casa y el teléfono comienza a sonar y cuelgan y asi están un buen rato.
___Le aseguro licenciado que no es mi gente, esas prácticas no son nuestras. Pero qué bueno que lo menciona, déjenos investigarlo. Cuídese licenciado.
Dieron media vuelta y se retiraron los tres personajes.
Ese día cesaron las llamadas a mi casa. Jamás volvió el teléfono a sonar y colgar.
Unos días después debe haber sido como el 20 de agosto, como a media mañana, me mandó hablar el Comandante de los Federales, que quería platicar conmigo. Como la oficina estaba enfrente de la de ellos, solo crucé la calle y ya.
Cuando me vio llegar dio orden a todos los agentes que nos dejaran solos. Me pasó a una oficina cerrada me indicó que me sentara y él jaló otra silla y se sentó frente a mi.
___Qué tal licenciado, cómo ha estado?
___Bien, todo bien – respondí – inquietos como andamos todos, pero bien.
___Que bueno licenciado – con su acento chilango–. Así andamos todos, el trabajo se nos esta acumulando.
___Dígame Comandante – le dije – que se le ofrece.
Quería terminar rápido, no me sentía agusto en la situación, ni con él. Desde que lo había conocido dos semanas atrás, no me inspiró confianza. Asi es que entre más rápido saliera de ahí, mejor.
___Pues mire licenciado, hemos estado visitando como parte de la investigación a las familias de los señores Muñoz, Osuna y ahora de Solorio. Pues para ver qué más pueden aportar, ya ve que en estos casos todo es importante, incluso detalles que para alguien pueden ser sin importancia, para nosotros pueden ser claves.
___Sí así es comandante, qué bueno.
___Fíjese que ayer estuvimos con la viuda del señor Muñoz y nosotros queríamos saber de algunas cosas de los negocios, las actividades y las relaciones del señor Muñoz.
En ese momento yo pensé que era una mentada de madre hablar con las esposas, estando como estaban y pasando por esa situación, pero no dije nada, sólo lo pensé.
____La viuda del señor Muñoz nos dijo que usted Licenciado era como un hijo para él, que no había otra persona a la que le tuviera más confianza y que si alguien sabía algo ese era usted. Asi es que licenciado –con su acento chilanguísimo – cuéntenos todo lo que sabe ¿no?
___Como qué quiere que le cuente? – respondí.
___Pues todo lo que sabe licenciado. Usted debe saber mucho. Usted debe saber de los enemigos del Señor Muñoz.
___No – le dije – el señor Muñoz no tenía enemigos, tenía puros amigos y muchos, que no ha visto toda la gente que lo quería y que lo llora?
___Si licenciado, pero no se mata a alguien nomas porqué si-
___Si tiene razón comandante, pero precisamente para eso están ustedes aquí.
___Dígame lo que sabe licenciado – insistió.
___No sé nada – respondí.
___Aqui entre nos licenciado, téngame confianza, lo que usted me diga solo lo usaré en la investigación, de aquí no saldrá, dígame lo que sabe.
___Pues no sé que mas quiere – le dije – ya todo lo que sabemos se los dijimos desde el principio, no hay nada nuevo qué agregar.
Se echó para atrás en la silla y se me quedó viendo con cara de diablo. Luego se paró. Y soltó.
___Usted licenciado y el Sr. Solorio eran las personas más cercanas al Sr. Muñoz. El Sr. Solorio como secretario del Consejo y usted como su hijo prácticamente, como su secretario particular. Son los dos que más información tienen.
Hizo un silencio y luego mirándome fijamente me dijo:
___Mire. Hace una semana estaba sentado el Sr. Solorio en esa misma silla y le dije muy claramente “Sr. Solorio, cuídese, usted sabe mucho y usted sigue Sr. Solorio”. Ahora se lo digo a usted licenciado: Cuídese licenciado, usted sigue.
Como si me hubieran picado las costillas me levanté y saqué la pistola:
___Mire comandante, yo ando armado y nomas le digo que si alguien me cierra el paso en la calle, voy a soltar balazo y después averiguamos si era judicial o qué era.
Juro que así le dije, no es sueño ni nada por el estilo.
Abrió los ojos y me dijo:
__-Usted no debería andar armado, sobretodo si no sabe usar el arma es muy peligroso… guárdesela licenciado.
___Muy bien — respondí – muchas gracias.
Y salí de la oficina.
Afortunadamente no seguí. A la mejor sí seguía. A la mejor sí estaba en la lista, pero por alguna razón, no seguí como me lo anunció el Comandante. ¿Alguien se imagina siquiera lo que es pasar los días con semejante amenaza encima? ¿Y que tengas que disimular con tu esposa, con tu familia, con tus amigos, que todo esta igual y que no pasa nada? Y sales de tu casa y piensas “podría ser hoy”, “a la mejor regreso, no sé”. Es como para volverte loco y salir corriendo. Pero algo me daba fortaleza y mucha, creo que aparte de las oraciones de mi madre, Rafael de alguna manera me calmaba.
Mi hermana que vivía en México me habló un dia y me dijo:
___Miguel por favor cuídate, estoy muy preocupada. Mira anoche nos pusimos a orar por ti en una sesión la Oli y yo y déjame que te cuente lo que pasó.
Oli era una vecina de ella que me conocía y era vidente de las buenas, Percibía energías, presencias y leía las cartas. Varios famosos de esa época, artistas de tv, la consultaban.
___Prendimos varias veladoras, las pusimos en el suelo y comenzamos a rezar – continuó mi hermana — y mira no me vas a creer pero cada vez que mencionábamos tu nombre las llamas de las velas se alzaban hasta casi un metro de altura. Me dijo la Oli, “ayy tu hermano esta en un grave peligro, hay que sacarlo”. Y rezamos padres nuestros y aves marías y oraciones especiales, hasta que casi tres horas después las llamas comenzaron a quedarse quietas cuando te mencionábamos. Me dijo la Oli “Ya parece que ya lo sacamos del peligro”. Por favor cuídate mucho.
También eso debe de haber ayudado. Me impresionó y me hizo darme cuenta de que realmente estaba en peligro.
A pesar de todo eso, los días comenzaron de nuevo a ser iguales aunque no lo fueran. Llego septiembre y yo ya estaba inquieto e incómodo con el trabajo. Cada día era más evidente que no iba a encajar en la nueva situación de la Unión, asi es que ya sólo era cuestión de tiempo para que me despidieran.
Mi esposa estaba embarazada, tenía escasamente un més. Nos dieron la noticia en medio de todo ese relajo que estaba yo viviendo. Fue un aliciente más para querer vivir. Estaba amenazado pero quería conocer a mi hijo. De modo que si no era ahí, ya sería en otro lado donde mis servicios fueran necesarios y útiles.
A finales de septiembre, por mutuo acuerdo, decidimos dar por terminada la relación de trabajo. Tomé lo poco que era mío y adiós.
EPILOGO:
Reynaldo Solorio nunca apareció, ni vivo ni muerto. No hubo nunca un cuerpo, no hubo ni pistas de qué podría haber pasado con él. Fue declarado muerto o algo así años después.
Todo lo que escribí es real, sucedió, no es novela, no lo soñé, no es de una película. Lo viví tal cual. Lo narro en primera persona porque narro mi vida, lo que yo sentí, lo que yo vi, lo que yo oí, lo que yo viví. No estoy narrándola en segunda o tercera persona, porque aunque tengo información y podría con mucha certeza narrar lo que otros sentían y vivían, no es esa mi intención.
Si algún familiar de las personas que aquí menciono, cualquiera de ellas, se siente ofendida o siente que de alguna manera estoy faltando a su memoria o estoy siendo inexacto, les pido disculpas y decirles que no fue esa mi intención en ningún momento. Puede haber inexactitudes pequeñas, en cuanto fechas, días y nada más. Los diálogos, fueron todos en esa tesitura y con esa intensidad; podría haber diferencias en palabras o frases y nada más.
Además de que éste relato formará parte de mis memorias para mis nietos, es también un homenaje a Rafael Muñoz Espinoza, un hombre bueno, noble y limpio que se fue muy joven. Un hombre que así como impactó en mi para el resto de mi vida, impactó, transformó y tuvo influencia en la vida económica, social y cultural de Caborca y la región. Desafortunadamente sólo ha merecido que una calle lleve su nombre y nada más. Las nuevas generaciones no saben quién fue.
Doy las gracias a la familia de mi esposa, sus hermanas y mis suegros porque sin ellos buscarlo, yo los hice parte de este horror, y aguantaron a pié firme, siempre apoyando. Nunca hubo un reproche por parte de alguno o alguna hacia mi persona o hacia lo que estaba viviendo. Fue incómodo, fue tal vez molesto, pero me arroparon como familia, y así ha sido estos 35 años. Gracias.