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ESCUELA PARA MUJERES

Cuando yo entre a la escuela primaria la maestra del grupo era ¿Elvia Ortega? Quien a mitad del ciclo escolar renunció para casarse con Nachito Estrella. La sustituyo como maestra Conchita Estrella Tiznado, que estaba recién graduada creo yo, de maestra, y es de quien aprendí a leer y escribir. Era joven, entusiasta y con mucha vocación y la recuerdo enseñándonos las letras con unas cartitas que traían un dibujo.

En el kínder, un año antes tuve de maestra a su hermana, Chita Estrella Tiznado y aún veo cuando nos contaba y leía cuentos. Fabuloso. Y unos años después, en cuarto de primaria, tuve de maestra a otra hermana de ellas, Amanda, Mami Estrella Tiznado, quien tenía fama de regañona y cacheteadora, pero yo no tengo queja al respecto, siempre me trató súper bien. Ella me enseño las tablas de multiplicar hasta el 10.

Los hermanos de ellas, Sergio, Mario, Gochi, Jorge son también profesionistas en distintas disciplinas.

Como ésta entrañable familia, hay otras en el pueblo que también tuvieron y tienen mas de dos profesionistas.

Los puse de ejemplo para tratar de destacar que en Pitiquito, desde hace muchos años, cien o más, ha existido una preocupación verdadera y profunda por la educación. Yo no sé si en otros pueblos de tamaño similar en el estado, exista la misma preocupación y cultura.

Desde siempre ha existido las ganas de los jóvenes por progresar y prepararse y de los padres por apoyarlos con y como pueden.

Mi padre, Miguel Méndez Bustamante, estudio en Hermosillo, con el Profesor Heriberto Aja, en los años 30s y se graduó y tituló de “Tenedor de Libros” el equivalente al Contador Público de hoy.  Ahí está en casa el enorme título que lo acredita como tal. Obviamente en esos años eran pocos, poquísimos los que salían a estudiar fuera, era difícil, no había ni carreteras, ni medios de comunicación como hoy y además “pa qué salir a estudiar, si no vas a poder trabajar en el pueblo, no hay dónde. Mejor quédate aquí en el rancho, o en el campo, te va mejor”.

Con el correr de los años, cada vez fueron más los muchachos que salían a estudiar y en los 50s ya algunas mujeres también se animaron y cada vez se fue ampliando más el horizonte y a falta de algunas carreras en Hermosillo, la opción era la ciudad de México. El Dr, Benjamín Lizárraga debe de haberse ido a a estudiar a la UNAM a principios de los 50s creo.

En los 60s y 70s fue un boom podríamos decir, más en los 70s cuando ya se abrió la prepa en Caborca.

Hoy ya nadie se asombra, hoy ya no son excepciones los que salen a estudiar, más bien al contrario, son excepciones los que se quedan en el pueblo y no intentan estudiar una carrera profesional.

A finales de 1800 y principios de los 1900 en Pitiquito existía sólo la Escuela para Varones a la cual acudían pocos chamacos del pueblo. No se hasta qué grado llegaban. Por muchos años su maestro fue Santos G. Lizárraga.

Las mujercitas no tenían esa oportunidad, no había escuela para ellas y la costumbre en las casas era que no estudiaran y se quedaran a aprender los quehaceres del hogar consistentes en cocinar, limpiar, bordar, coser prendas y llevar una casa en forma, con lo cual se preparaban para ser unas excelentes mujeres casaderas y después unas buenas esposas, “como Dios manda”.

Pero siempre ha habido mujeres luchadoras, guerreras decimos ahora. Esas que no se conforman con su situación y que pelean por lo justo. Imagínense una mujer en 1890 en el pueblo, peleando por la igualdad, por la equidad.

En alguna de las tantas familias Lizárraga del pueblo debe haber alguien que se sepa la historia completa y con más detalles. Yo solo cuento lo que oí muchísimas veces en mi casa, o sea, tradición oral, no me sé las fechas exactas ni si el nombre era ese realmente, ni a qué familia Lizárraga, pertenecía.

Juanita Lizárraga, era una muchacha joven, tal vez de unos 20 años. Dicen que era físicamente agraciada, guapa, ojos claros y con mucho porte, como correspondía a las damitas de la época. Juanita no estaba de ninguna manera conforme con la situación. No estaba de acuerdo con que en el pueblo solo existiera Escuela para Varones y no existiera una Escuela para Mujeres. No se le hacía justo que los hombres si, y las mujeres no, tuvieran acceso a la educación. Ella había deseado muchas veces, durante su infancia y adolescencia, estar en una escuela y recibir el saber de los libros. Sabía leer y escribir, porque se lo habían enseñado en casa y tenía acceso a libros que había en casa y que con toda seguridad los hombres compraban o recibían.

Probablemente era hermana de Don Santos G. Lizárraga, el maestro de la escuela para varones, o pariente cercano y de ahí su interés y vocación, porque ella hubiera querido enseñar a las niñas del pueblo.

Ella sabía que en otras partes de la república se habían ya abierto Escuelas para Mujeres. Cómo lo sabía tomando en cuenta que estamos hablando de 1890 y tantos, en un pueblo en medio del desierto con poca comunicación al exterior, no lo sé.

Era tal su inconformidad con la situación que tal vez pensó “alguien tiene que hacer algo, pero tiene que ser una mujer, a los hombres les vale”. Y en su cabeza comenzó a tomar forma la idea de pedirle al mismísimo Presidente de la República, Don Porfirio Diaz, que se autorizara y se abriera una Escuela para Mujeres en Pitiquito. Podría escribirle una carta y mandarla a Palacio Nacional, pero con toda seguridad no la recibiría el Presidente sino algún segundón. Trasladarse a la capital hasta Palacio Nacional, parecía una aventura para locos tomando en cuenta que la Ciudad de México está a 2800 kilómetros, “pero no imposible” pensó.

Para darnos una idea de la firmeza de su carácter, del tipo de mujer que era y de sus convicciones consiguió – ¿Cómo? Quien sabe- primero, que la dejaran ir a la Capital y segundo que la trasladaran hasta Santa Ana, Sonora, distante a 100 Km de Pitiquito para tomar el tren, que unos años antes se había inaugurado y al cual jamás se había subido.

La llevaron en carruaje de mulas a Santa Ana, debe de haber hecho un día y medio cuando menos y ahí tomó el ferrocarril de vapor a la ciudad de México. Probablemente alguien la acompañó, no lo sé.

El caso es que Juanita llegó a la Capital, enorme ya para esa época, se trasladó a Palacio Nacional y – de nuevo ¿Cómo? Quien sabe—pero logró una audiencia con el mismísimo Presidente Porfirio Díaz quien la recibió y escuchó su petición.

Tal vez prendado por la belleza de Juanita, Porfirio Díaz le dijo que esa noche daría un baile en su residencia particular – que creo era el mismo palacio nacional—y que la invitaba al baile y que ahí le daría la respuesta.

Juanita le dijo que “encantada, gracias por la invitación Señor Presidente, ahí estaré”. No era como para andar con remilgos después de haber viajado tantos días y desde tan lejos.

Esa noche y en Palacio Nacional, Juanita Lizárraga, de Pitiquito, Sonora, bailó con el Presidente Porfirio Díaz quien ya llevaba la autorización en mano “para que se abriera la Escuela para Mujeres en Pitiquito, Sonora y se asignara una maestra que la atendiera”.

Cuentan que se la entregó no sin antes hacer elogiosos comentarios de tan “inteligente, enjundiosa y bella Dama”.

Semanas después Juanita regresó al terruño y comenzaron los preparativos para abrir la Escuela para Mujeres, causando una revolución literal en el pueblo, lo cual contaré en el próximo TIERRA ADENTRO.

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URGE TAPON II

Yo no sabía que la historia famosísima de “URGE TAPON…” de Alonso Grijalva (Personaje que merece de verdad un libro entero con sus anécdotas) (Pásenmelas yo lo escribo jajaja) tenía una segunda parte, al menos yo no la había escuchado, pero ahora que me la contaron vale la pena darla a conocer.

Me la contó Arturo Pompa, “El Piza” para más señas, hijo del “Zurdito Pompa”, Don Lorenzo Pompa L. Yo la doy por buena porque me asegura que su papá, o sea Don Lorenzo estaba presente y él, Arturo, se la escuchó muchas veces.

Para quienes no saben o no se acuerden Don Lorenzo Pompa, mejor conocido en el pueblo como “El Zurdito”, fue el Oficial del Registro Civil, toda la vida; y digo toda la vida porque yo no conocí otro. Era una persona muy respetada en el pueblo en función de su cargo y muy querido por todos también. Yo lo recuerdo serio, muy formal, aunque me dicen que era muy bromista y de risa fácil. Era amigo de mi papá y compañero de andanzas. Procreó junto con Doña Alicia, su esposa, una hermosa familia de hijos varones muy feos (Es broma) e hijas mujeres muy guapas y hermosas (Totalmente cierto). No hay en el pueblo personas de 40, 50, 60 y más años, que no tenga un acta de nacimiento o de matrimonio con la firma de Don Lorenzo Pompa L.

Por lo tanto en base a todos estos antecedentes, doy por válida la anécdota de Alonso Grijalva.

Era 1970 y Luis Echeverría Alvarez andaba en campaña para la Presidencia de la República. Vino a Sonora y Faustino Félix que era el Gobernador lo acompañó en su gira y claro, no iba a dejar pasar la oportunidad de llevarlo a su pueblo natal Pitiquito, donde era Presidente Municipal mi papá Miguel Méndez Bustamante.

Con anticipación se anunció la llegada de la comitiva al pueblo. Que yo recuerde – puedo estar equivocado obviamente—hasta esa fecha 1970, en los años cercanos nunca había estado en el pueblo un candidato a la presidencia y mucho menos un Presidente de la República. Yo sólo recuerdo que a finales de los 50s principio de los 60s fuimos a Caborca a ver al Presidente de la República que venía inaugurar la carretera federal Santa Ana – Tijuana. Era Adolfo López Mateos. Llegó en un camión, un autobús y lo vimos que sacó la mano para saludar al gentío que se había juntado enfrente de la iglesia la Candelaria en el centro de Caborca. Como en sueño me acuerdo.

No sé la fecha exacta, pero Luis Echeverría y Faustino Felix y una gran cantidad de acompañantes llegaron al pueblo también en un autobús y se armó el mitin en la plaza de armas donde se había congregado todo el pueblo esa mañana. Faustino como siempre, se sentía a sus anchas, sabía que estaba en casa, sonriente ya gritos saludaba a todos. Echeverría más circunspecto, se dejaba querer.

Subieron al quiosco todos los que debían subir: Echeverría, Faustino, Miguel Méndez y otros funcionarios. En aquel tiempo se usaban los “oradores” y uno de ellos de la comitiva inició con los discursos. Debe haber hablado Faustino también y al final Echeverría. Qué prometió o que dijo, no se en realidad y dudo que alguien lo recuerde.

eceverriaAlonso Grijalva era uno de los asistentes y Faustino lo había ya localizado con la mirada desde arriba y le lanzó un saludo. Entre los aplausos de un discurso y otro, Alonso le grito a Faustino “Faustino, no se te olvide el tapón”. Y Faustino reía a carcajadas.

Finalizó el acto y procedieron a retirarse entre la gente que a duras penas los dejaban avanzar entre saludos de mano y abrazos. Se fueron retirando rumbo al autobús y Alonso quedó muy atrás.

Pero antes de irse, Faustino preguntó “¿Y Alonso? ¿Dónde está Alonso?” Y como nadie respondía ordenó a una de sus gentes “Tráiganme a Alonso Grijalva”.  Miguel Méndez, el Zurdito Pompa, el Secre Trujillo y otros funcionarios del ayuntamiento se echaron una mirada y dijeron “Esto va a estar bueno” y se acercaron más haciendo un círculo cerrado. Mientras corrían a buscar a Alonso, Faustino puso en antecedentes a Echeverría y rápidamente le dijo quién era Alonso Grijalva, qué quería y que estuviera preparado para sus respuestas. Echeverría muy serio no respondió. Ha de haber pensado “En que lío me meterá este”.

Llegó Alonso vestido con su característica indumentaria de pantalones y chaqueta de mezclilla, pañuelo colorado asomando una punta en la bolsa trasera del pantalón, zapatos de gamusa de trabajo muy gastados y sombrero de palma ala ancha con las alas extendidas a los lados para que diera más sombra.

Los del círculo cerrado se hicieron a un lado para que entrara Alonso. “Ah cabroncito ya creiba que te ibas sin saludar” le dijo a Faustino. Volteó a ver a Echeverría y se quitó el sombrero dándole la mano.

“A ver Alonso – le dijo Faustino- Dile aquí al candidato qué es lo que quieres, pídele, aprovecha cabrón”.

“Pos muchas cosas quiero—le dijo Alonso—pero mire señor, lo que aquí en el pueblo nos hace falta es un Tapón pa detener el agua del río; ai se va toda cuando llueve, pasa pelléndose de agua y toda se tira, señor. Necesitamos, urge un tapón. Ya se lo pedí a este – señalando a Faustino el Gobernador-  pero no oye, no hace caso ni hace nada”

Faustino y todos los presentes incluyendo a Echeverría, comenzaron a reírse.

“A ver Don Alonso – le dijo Echeverría–  ¿Y dónde quiere usted el tapón?”

Y respondió Alonso:

“Donde quiera señor menos en el culo”.

Las carcajadas de todos duraron un buen rato, hasta lágrimas de risa hubo en todos.

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“URGE TAPON…”

Ya he aclarado en otras ocasiones que solo cuento lo que sé, lo que me platicaron o lo que viví, sin tratar de dar datos o remitirme a libros, investigaciones, etc. o más versiones o datos distintos.

Cuando Faustino Félix Serna fue destapado como candidato del PRI a la gobernatura del estado hubo manifestaciones en contra de un sector del mismo partido que no estuvo de acuerdo y se hizo famoso el “FAUSTINO NO” pintado en bardas, en volantes, carros etc. Fue tal vez el primer movimiento de inconformidad que enfrentó el partido en su historia a nivel nacional; hay que recordar que era 1967, 68 y había una efervescencia política y social en el país.

Sin embargo, en Pitiquito, si bien es cierto también se veían los FAUSTINO NO, y hubo una cierta división en el pueblo, una vez apareció Faustino, prácticamente todo fue fiesta y alegría. Un Pitiqueño, nacido en Pitiquito, que vivió allí  su infancia y parte de su pubertad y que tenía muchos amigos en el pueblo, era el candidato a Gobernador. Mejor, ni en las películas de Pedro Infante.

Faustino visitó varias veces el pueblo como Candidato y muchas más como Gobernador. Recuerdo las fotos de cada visita publicadas en el Imparcial y en el Sonorense. Se le veía felíz, cómodo, sonriente, a gusto con su gente. Disfrutaba hasta el último minuto de cada visita y se dejaba querer por todos y daba entrada y platicaba con todos, con el que quisiera.

Le pedían de todo. Son famosas las peticiones que le hiciera Alonso Grijalva a quien Faustino quiso mucho y con quien se divertía como enano escuchándolo.

Faustino hizo lo que pudo por el pueblo y fue mucho en la obra física y en apoyos, pero también ayudó a muchísima gente.

Cuando Alonso Grijalva le envió el famoso telegrama que decía “Urge tapón. Río pelléndose “, se refería a que urgía la construcción de una presa que almacenara el agua que corría por el río y que en ese entonces llegaba hasta el mar en el Desemboque, en Caborca.

Había llovido a cántaros y el río iba de punta a punta, lleno, crecido, “pelléndose de agua” pues.

Era una petición muy antigua en el pueblo. Los viejos pensaban que se podía construir una presa fácil echando una cortina (Tapón) entre el cerro picudo y el cerro del Cuchillón; no había otro lugar mejor decían. Aguas arriba recorrías hasta Santa Ana y no había como echar una cortina; aguas abajo, recorrías hasta el Desemboque y menos. Entonces ahí en Pitiquito, allí atrás del cerro, ahí donde se juntan la Asunción y el Muchachito, ahí podía echarse la cortina- Tapón. Y cada vez que corría el río, los viejos se iban a la orilla a ver pasar la creciente y se les rodaban las lágrimas,  de que esa agua no se podía aprovechar y llegara hasta el mar.

El Gobernador Faustino, sabía de ese anhelo, de ese sueño, como Pitiqueño que era. También fué agricultor en el Valle del Yaqui y por lo tanto sabía regar con agua  rodada y sabía lo que significaba una presa en la economía de un pueblo.

Miguel Méndez (Mi padre) era presidente Municipal. Faustino lo llamó un día y le dijo: “Miguel van a unos ingenieros, te van a buscar, son de Recursos Hidráulicos ellos te van a decir que van a necesitar”. No digas nada de esto por favor “.

Los ingenieros arribaron, se encontraron varios días trabajando atrás del cerro, en el punto donde se pedía el tapón y registraron el río hacia arriba tomando los campos agrícolas que tenían en la zona hasta la estación del Ferrocaril. Terminaron y se fueron. Pocas gentes en el pueblo se dieron cuenta de su presencia.

Meses después, Faustino mando llamar a Miguel Méndez a Hermosillo en Palacio y le dijo:

“¿Te acuerdas de los ingenieros que fueron al pueblo y se estuvieron en el río? Pues ya me entregaron los resultados, mira “. Unos planos en la mesa y el otro: “Midieron todo el río en la zona, recopilaron la información de las crecientes de los últimos 30 años y dicen que sí se puede almacenar una buena cantidad de agua”. “A pues que bueno” dijo mi papa. “Si – le dijo Faustino– pero no se puede hacer. Los cálculos que hicieron señalan que con una pequeña cortina de 10 metros de alto, se inundaría hasta la estación y que moverían las vías y moverían la carretera. Así es que diles a las gentes en el pueblo que dejen de estar chingando con el tapón, no se puede hacer “.

No se qué medios de comunicación o qué palabras uso mi papá para comunicar la mala noticia al pueblo, pero sí puedo asegurar que nunca se volvió a tocar el tema, se dejó de pedir el tema, se olvidó y se enterró el asunto . Hasta la fecha.

A la mejor ahora si se puede. Sería bueno retomar el tema. Hay nuevas tecnologías, nuevos métodos de construcción y hay una variedad enorme de “presas” o retenidas de agua que funciona mejor, cuando menos para almacenar unos cinco. 6 millones de metros cúbicos de agua para infiltrar los acuíferos.

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COSAS CURIOSAS DEL PUEBLO

LOS ESQUINEROS: Una vieja y arraigada costumbre en los pueblos de Sonora es que los hombres del pueblo se reúnan en ciertos lugares a platicar y ver pasar el tiempo. Digo de Sonora porque en otros pueblos de otros estados, la costumbre es reunirse en la plaza del poblado. Pero en Pitiquito fue en las esquinas, en ciertas esquinas, porque no cualquier esquina reúne los requisitos para ello. En el Pitiquito de hoy es una costumbre en vías de desaparición, es decir, ya no es tan frecuente. Pero en mis tiempos si.

Los hombres de cierta edad, de cuarenta pa arriba, en especial los muy adultos, se reunían en las esquinas a platicar, de preferencia en la tarde – noche una vez que recalaban de sus quehaceres diarios de los campos y los ranchos y después de haber cenado, pues se cenaba temprano, a las 6 ò 7 de la tarde.

Era una sana costumbre. De qué platicaban no sé, porque a los niños y jóvenes nos estaba vedado acompañarlos, eran adultos y me imagino se ponían al día de los chismes y de lo que pasaba en el pueblo y recordaban viejas anécdotas y aventuras. Se oían las carcajadas y se veían los cigarros encendidos y el humo de los mismos. No eran huevones como muchos piensan, eran personas trabajadoras todos, muy trabajadores.

Como estaban muchas horas ahí sentados, se daban cuenta de todo lo que acontecía alrededor de su punto de observación y sabían quién pasaba o quien llegaba o si andaba algún carro extraño en el pueblo.

Los esquineros eran un buen punto de referencia. Si andabas buscando a alguien lo más certero era preguntarles a los de la esquina “¿Oigan, no han visto pasar a fulano?”  “¿Hace mucho que pasó?” etc.

Había esquinas mejores que otras, por su ubicación y por su concurrencia. Y creo que también por la comodidad. Una esquina cómoda debía cuando menos tener una banqueta amplia donde sentarse, y si era alta, es decir de unos dos o tres escalones mejor; estar en un punto concurrido donde pasara gente a pie o en carro, o estar fuera de algún changarro al que iba la gente a comprar.

Yo recuerdo la Esquina del Molino, a la que iba mi papá, estaba céntrica y con mucho tráfico. Ahí recuerdo sentado además de mi papá a Pancho Ortega, el Secre Trujillo, el Paye Espinoza, el Chinito Lizárraga, Matías Velázquez, Alfonso Gastélum, José Luis Celaya y el Negrito Celaya cuando no estaban atendiendo sus cantinas.

La Esquina del Prieto Estrella, ahí se juntaban los del barrio, Pedro Méndez, Luis Cañez, el Patito Ortega, Neto Mazón, Tiburcio Montaño, el Tabila Lizárraga, Manuel Carrasco y a veces Don Manuel Gamboa.

La Esquina de los Mazón que era afuera de la tienda de los Hermanos Mazón, Carlos, Luis y Polo. Ahí podías encontrar a Renan Aguilar, Luis Méndez, Ramón Lizárraga, Matías Velazquez, Octavio Celaya, Enrique Vidal, Fay Méndez, Laurencio Reyna.

La Esquina de Los Monreal, que era en donde estaba la tienda de los Hermanos Monreal, Manuel, Pancho y Homero. De esa esquina no recuerdo muy bien quienes eran los asiduos, pero sin duda algunos de los ya mencionados en las otras.

La Esquina de La Mision, que es en donde hoy esta el parquecito de Don Alfredo. A esa iba mi abuelo Miguel Méndez Lizarraga, ya muy adulto y algunos de Zaragoza.

Había otras sin duda pero no están en mi radar en estos momentos.

Las reuniones eran diario y se terminaban por ahí de las 10 de la noche o un poco antes dependiendo del clima. Nunca y lo juro, los vi tomando cerveza o algún licor. Para eso estaban las cantinas. Las esquinas eran para platicar y pasar el rato. No había televisión y no a todos les gustaba el cine. Sólo había radio, y en la noche ya casi no sintonizabas nada salvo que tuvieras un radio de onda corta (Luego les cuento los programas que oía en Pitiquito, de la XEW de México).

Era común que alguno de los esquineros trajera alguna vara larga y con ella dibujaba en la tierra mientras platicaban. Las calles no estaban pavimentadas, asi es que en la tierra, dibujaban y escribían y sacaban cuentas. Y si no era con una vara lo hacían con el dedo.

Cuando mi papá fue Presidente Municipal y Faustino Félix Gobernador (Faustino era de Pitiquito) se inició con la pavimentación de las primeras calles en el pueblo. La calle Zaragoza, la Hidalgo y la Principal. Fue una hermosa obra hecha con todas las de la ley pues se introdujo al mismo tiempo antes de echar el pavimento la red de drenaje.

Cuando la obra estuvo terminada, en una visita de mi papa al Gobernador, en palacio en Hermosillo, ya cuando iba de salida, le dijo Faustino, “Esperate Miguel” y levantándose fue a su escritorio y saco una caja y se la entregó. “Toma – le dijo—llévasela a la bola de esquineros del pueblo” “Y qué es esto” — le dijo mi papa, “Es una caja de gises pa que puedan escribir en el pavimento” le dijo Faustino soltando la carcajada, “Estos cabrones han de estar mentandome la madre porque ya no pueden dibujar en la tierra, jajajajajaja”  Y sí.

EL TOQUE DE QUEDA: No sé quién lo inició ni en qué fechas, pero el caso es que a mi si me tocó “El Toque de queda”. Obvio, ahora lo llamo así, en aquel entonces no sabía ni qué era eso, pero eso era en realidad: un Toque de Queda para la chamacada del pueblo.

A las 9 de la noche en punto la única patrulla del pueblo recorría las principales calles con la sirena encendida a todo volumen, con los únicos tres policías que había, a bordo.

Era la señal para que TODOS LOS CHAMACOS Y JOVENCITOS, nos metiéramos a nuestras casas. No había razón para que después de esa hora anduviéramos en las calles. De niño, de 8, 9 años, hacías caso y salías corriendo a tu casa a acostarte. Pero ya mas grandecito de 12, 13 años años nos preparábamos para divertirnos un rato a costa de los polícias.

El comandante Chu García, y los policías Chito López y Chico García recorrían el pueblo con la sirena encendida y nosotros los “toreábamos”. Nos escondíamos en algún lugar y cuando la patrulla venía cerca, alguno de la bola saltaba y cruzaba la calle corriendo. Si teníamos suerte, la patrulla se paraba y bajaban los polícias a corretearnos con unas varas de mora o un fuete en la mano. Éramos unos ocho ó diez chamacos corriendo en todas direcciones y pasándoles por enfrente. Ellos nos correteaban una cuadra, nunca nos alcanzaban, se regresaban a la patrulla y seguían con el recorrido. Cuando terminaban el recorrido a la entrada del pueblo, apagaban la sirena y se regresaban en silencio a “cazar chamacos” y darles unos varejonazos para que se fueran a acostar a sus casas y no anduvieran vagando.

Me tocó ser testigo y ver compañeros a los que les dejaban las varas pintadas en las piernas, en los muslos o en la espalda, y llorando y gritando del dolor.

Sanisima costumbre, y acertada decisión no se de quien, que duró muchísimos años, hasta los 70s. Hoy los polícias hubieran sido demandados por los padres y acusados en derechos Humanos y estarían en la cárcel.

No se de otro pueblo en el que se hiciera algo similar. Debe haberlos, pero no conozco casos.

En unos días continúo con otras cosas curiosas de Pitiquito de los 60s, 70s.

Gracias por su interés.

 

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LO QUE PIENSO Y LO QUE CREO PERSONAJES DEL PUEBLO

Lecciones de vida.

“Mira como pone dios las cosas”

“Todo pasa por algo”

“Uno pone y Dios dispone”

“Las cosas suceden por que así, tenía que ser”

Son expresiones que escuchamos y decimos nosotros mismos frecuentemente. Y adquieren su real dimensión… cuando algo pasa, cuando algo sucede y que es tan fuerte, que nos sacude el alma. Les cuento.

Por diversas circunstancias este año 2017 en lo personal lo tenía catalogado como uno de los más dificiles de mi vida. Un año con más bajas que altas, un año de retos no logrados; un año en el que la vida me ha enseñado la peor cara de muchas personas, un año de sinsabores, agridulce, un año de incontables puertas cerradas.

Así lo tenía catalogado y la mente es tan cabrona que ya estaba en el pesimismo total, no depresivo, porque nunca he caído en una depresión, pero para allá iba, sin duda.

Y de repente se presenta una situación que me mueve y remueve el corazón, me enjabona la mente y me sacude hasta la última y mas pequeña de mis neuronas y átomos. Algo que me hace voltear hacia atrás y analizar cada día, cada semana y cada mes de éste año y encuentro que tengo no una sino varias razones para sentirme bendecido, querido, apreciado, amado y cambiar mi forma de ver la vida. Y entonces éste 2017 toma otro sentido y me resulta luminoso, resplandeciente.

Empezare por la ultima de las situaciones y luego iré recorriendo el calendario hacia atrás, para reseñar las otras.

UNA REUNION CON 60 ANGELES: En medio de todas mis tribulaciones y pesimismos, le pedía yo a Dios y al Espíritu Santo que me enviara una señal, que me enviara un ángel para que de alguna manera me enseñara el camino que yo creía perdido. Lo hice con tanta fuerza, con tanta entrega que que bruto Diosito, no me mandó un ángel, me mandó 60!!! imposible no entender el mensaje.

Yo sabía desde hacía un año que el 30 de noviembre y el 1 de diciembre nos reuniríamos de nuevo los compañeros de la generación de mi carrera. No es la primera vez. A lo largo de 38 años nos hemos reunido muchas, muchas ocasiones y en los últimos 8 años las reuniones son anuales en diciembre para una “posada”. El 2015 asistí, el 2016 no porque en la misma fecha tuve otra reunión y este 2017 aunque siempre dije que sí iría, dos semanas antes, la realidad me golpeó en la cara y el desánimo me invadió y avise que no iba. Y aquí empieza la magia.

Llamada tras llamada de mis compañeros convenciéndome que no podía faltar, que ahí debería estar y qué ahí tenía mi lugar. Pretexto que ponía, pretexto que me tumbaban; argumento negativo que daba, argumento que convertían en positivo. Me acorralaron, me acosaron con palabras dulces y cariñosas, palabras que normalmente no entiendo; hasta que un amigo me dijo “Déjate de pendejadas, tu no eres así, me extraña y nos ofende a todos tu actitud” palabras mas palabras menos. Ya no pude negarme. Los ángeles haciendo su trabajo.

Y ahi te voy a Monterrey. Previamente lo mejor que pude hice una limpieza mental y me quité todas las telarañas que me estaban asfixiando. Mejor decisión no puedo haber tomado en todo el año.

No voy a narrar las actividades de los tres dias que fueron muchas y variadas. Sólo diré que cada hora que pasaba me sentía revitalizado, sentía que algo estaba cambiando dentro de mi, sentía que me entraba una energía cálida que recorría cada célula de mi cuerpo. Cada abrazo, cada beso, cada palmada sentía una corriente eléctrica que me subía de los pies y explotaba en luces multicolores en el corazón y en el cerebro. Los ángeles haciendo su trabajo.

Sentía mucho más que amistad, la amistad la damos por descontada en ese grupo. Sentía amor, mucho amor, toneladas de amor. No se si exista otro sentimiento mayor al amor y si lo hay, eso, eso es lo que sentía. Varias veces quise gritarlo muy fuerte para que todos se enteraran… pero me gano la prudencia. Varias veces quise decirle a gritos “Pendejos, ¿Saben, tienen idea de lo que estan ustedes haciendo por mi?”. Tuve temor que no me entendieran. Y me quede varias veces casi ido, pensando, tratando de asimilar lo que pasaba a mi rededor. Varios llegaban y me preguntaban “¿Qué paso mi Mike, que tienes?”. Si superan pensaba yo. Y a darle pa arriba de nuevo. Los ángeles haciendo su trabajo. Magia pura.

Sinceramente yo no creo que exista un retiro espiritual, un retiro de silencio, una meditación yoga, una limpia con copal, un 21 de marzo en la pirámide del sol que me puedan dejar y dar tanta energía positiva, tanta fortaleza mental, tantas endorfinas, proteínas y adrenalina recorriendo mi cuerpo.

Gracias mis ANGELES, asi en mayusculas. Sesenta veces gracias. Por ustedes, vale la pena todo esfuerzo. Gracias. El año pinta maravilloso, fué un gran año y luego les cuento los otros sucesos. Este quitó la venda de mi mente.

Los quiero un chingo ANGELES.

MTY2

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La Choya

Decían nuestros ancestros, nuestros mayores, nuestros viejos pues, que cuando se te clavaba una choya en el pié o en la mano o el muslo o cualquier parte del cuerpo, –que es dolorosisimo y como la espina tiene una especie de gancho, se clava, entra pero no sale– decían los viejos que la única manera era orinando sobre la choya clavada a la vez que alguien más o tu mismo tratabas de sacarla.  !Y funciona!! en serio funciona. Preguntenme cuantas veces me mearon o me tocó mear a compañeros que se habían enchollado… entre tanto dolor y susto, un chorrito de orines calientitos sobre la herida, es un bálsamo! No si de que los viejos saben, si saben.

Uno aprendía a conocer los arbustos y cactus que podrían representar un peligro, a punta de espinadas, arañazos, raspones, cortadas, etc etc. Nadie te decía cuidado con los tobosos, hasta que ya tenías el pie lleno de ellos y estabas brincando de dolor. Nadie te decía, “aguas, esa rama pica, tiene espinas”, hasta que te pegaba el chingazo en la cara o en los brazos. Asi aprendimos. A tal grado que con el tiempo y la experiencia puedes subir o bajar corriendo un cerro tupido de ramajos y de cactus sin un razguño.

Cuando no andábamos en los cerros o el río, nos poníamos a jugar beisbol, cualquier pedazo de baldío servia. Nuestros campos de beisbol eran pedazos de antiguas milpas o huertas que ya no se sembraban y estaban pelones. Trazábamos las lineas con el pié, arrastrando el pié, las bases eran unos cartones con piedras encima pa que no se movieran; los guántes eran viejísimos, rotos y parchados, casi nunca nos completábamos la novena y los que no alcanzaban, a jugar con la mano pelona; los bats, eran bats recortados, quebrados, arreglados con clavos y tape, y si no había pues un palo de mezquite; las pelotas, descocidas y sin forro, enteipadas con tape negro y cuando se nos acababan, agarrábamos una cabeza de muñeca y a seguir jugando.

Todo el día jugábamos, mañana,tarde y noche. En la noche en la calle, abajo de un poste con luz. De ahí, de esos campos, de esas pobrezas, salieron varios jugadores profesionales para la liga Norte de México, la Liga Mexicana de Beisbol y la Liga Central.

El invierno era diferente. Los días mas cortos, oscurecía temprano, comenzaba a hacer frío en la noche y las salidas no eran tan frecuentes. El frío calaba, de doler los huesos. Lllegábamos temprano a la escuela, todos mocosos, lagañosos y despeinados porque nadie se bañaba en la mañana por el frío; el baño era por la tarde pa no enfermarte. Tomabas clase entre un concierto de toces, ronqueras y jaladera de mocos. Y entre todo eso, había dos que tres compañeros que iban descalzos, no había para zapatos. Mi madre juntaba los zapatos viejos de nosotros y trataba de ayudar a algunos, pero viejos y remendados, les duraban poco. El invierno en el pueblo tenia un olor muy particular: Olía a humo de hogar, olía a chimenea encendida, olía a estufa de leña, olía a estrado encendido permanentemente, olía a boiler de leña. Recorrías las calles y por donde pasabas había algo encendido con leña y salía una columnita de humo.

Y junto con el invierno, por falta de aseo principalmente, a muchos compañeros les salía roña en las manos. Era una capa se iba engrosando conforme el invierno transcurría. Cuando llegaba la primavera tenían una capa de roña tan gruesa que no les entraba una punta de lápiz, difícilmente se cortaban. Nadie se quejaba, nadie decíamos nada. Era nuestra vida, era la que conocíamos, no sabíamos de otra.

Eso era felicidad, eso era vivir en un paraíso. Y así crecimos, y así nos formamos y así de ese pueblo de esa vida, de ese paraíso ya ido, han salido reconocidos y grandes profesionistas, empresarios, maestros, abogados, arquitectos, médicos, ingenieros, artistas. Y todos agradecidos con la vida y con nuestros padres.

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PERSONAJES DEL PUEBLO

Porque no me gusta el invierno.

Inicia la temporada invernal y comienza mi sufrimiento. Ya en alguna ocasión comenté que no me gusta el frío para nada, que soy feliz en el calor, soy del desierto, ahí nací, ahi crecí correteando entre cactus, ocotillos, mezquites, paloverdes, Hediondilla, choyas, sahuaros, tobosos, cadillos, vinarama, etc etc. entre cerros, piedras y rocas calientes. Una de las delicias más grandes en mi vida ha sido el día, el tan esperado día en que por fin podía “descalzarme” o quitarme los zapatos y descalzo pisar la tierra, las piedras, etc. Ese día lo añoraba durante todo el invierno, y cuando por fin llegaba y mi madre me autorizaba a quitarme los zapatos, era señal de que ya podíamos darle el adiós oficial al frío y la bienvenida al calor.

Aunque a decir verdad el gusto duraba poco porque cuando comenzaba a calentar de verdad, la tierra, el suelo, las banquetas ardían y teníamos que correr de una sombrita a otra; y a ponernos tenis, o lo que hubiera. Fuí de los afortunados que tenía zapatos y tenis, varios amigos y compañeros no tenían y pasaban invierno y verano sin zapatos. Había mucha pobreza pero un chingo de felicidad, éramos iguales, con zapatos o sin zapatos, jugábamos juntos y teníamos los mismos derechos unos y otros, nunca que yo recuerde nos hicimos más o nos hicimos menos unos a otros.

Las diferencias surgían en los talentos. Como debe ser y qué lastima que ya no es. Las diferencias estaban en lo bueno o malo que eras para las canicas, el trompo, para correr, para trepar árboles, para jugar beisbol. Ahi no había diferencias económicas o sociales. Había talento, destreza, aptitudes y punto. Y tampoco había envidias, nos reconocíamos unos a otros y respetábamos a cada quien en su habilidad: Sabíamos perfectamente quién era bueno para qué. Y hasta la fecha seguimos siendo excelentes amigos y seguimos coincidiendo, en pláticas, en torno a un asador y unas hieleras, “lo buen pitcher que era fulano”, “el mejor tercera base que ha habido, fulano de tal”, “a fulano nadie le ganaba a las canicas”, etc etc.

Durante el verano era casi obligatorio traer una “onda” colgada al cuello o en la bolsa del pantalón. Una resortera pues. Made in home. Aprendí a hacerlas muy chamaco, viendo. le robaba un cuchillo de la cocina a mi mamá y salía a buscar una horqueta que sirviera, preferentemente de mezquite o de paloverde, el grosor de la V tenía que ser el indicado; lo siguiente era comprar los hules con Cuchai, el llantero del pueblo, eran los mejores, y era preferible comprárselos a él porque ya tenía el par cortado y con los amarres respectivos;  luego buscaba unos zapatos viejos de cuero y a quitarle la lengua, para hacer  “la caja” de la resortera. Al final obtenías una “onda” a tu gusto, un cuchillo sin filo, un par de zapatos, uno con lengua y otro sin lengua y una regañada por el cuchillo sin filo. Ah pero que felicidad, y a cazar pájaros en el arroyo o al río.

Nos juntábamos un grupo y salíamos a “cazar” al río y así persiguiendo una paloma a veces y sin darnos cuenta llegábamos a la Estación por un lado o a la altura del Campo de Miguel Méndez por el otro; es decir sin querer queriendo caminábamos unos cinco kilómetros. No cazábamos nada, salvo una que otra vibora que nos salía al paso. Y a caminar de regreso otros cinco km pata llegar a la casa a tiempo de comer o de la cena.

Llegaba, me sentaba, me servían de comer y me preguntaban: “Donde andabas, que hiciste?” y respondía: “Aquí en la plaza, haciendo nada”.

Y así “haciendo nada” se nos pasaba el verano.

Si quieren que le siga y les gusta, por favor díganmelo y les cuento cuando te enchollabas o de la roña.

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PERSONAJES DEL PUEBLO TRADICION ORAL FAMILIAR

TUVE UN SUEÑO

El otro día tuve una pesadilla.

Soñé que no era Mexicano, sino de algún país lejano de por allá de Europa del este, en Siberia, o en Asia mongólica, es decir allá donde da vuelta el aire, como dicen en Pitiquito para referirse a algún sitio muy lejano.

 Y de repente yo me ví viviendo en México en época electoral y  que la ley me permitía  votar nomás con un mes de residencia y que tenía un gran problema ¿Cómo haría para decidir por quién votar?

Imagínense el escenario: Recién llegado, no conoces casi a nadie, mal hablas el idioma y mucho más mal, lo entiendes; quiero entender qué es lo que necesita el país en ese momento, porque al fin de cuentas me he venido a vivir a él, y quiero un buen país para vivir, por lo tanto, se me ocurre comparar las necesidades del país, con las propuestas u ofrecimientos de los candidatos. Wow!!! Vaya ideota.

 Pero oh desilusión, no les entiendo ni madres de lo que dicen… literalmente… pero ideológicamente también. Hay tantas y tan diferentes propuestas y “soluciones” para un mismo asunto que termino volviéndome loco.

En la oficina donde trabajo, le pregunto a un compañero qué debo hacer, “Estoy muy preocupado porque creo que ya debería tener decidido a quien voy a apoyar con mi voto”. Y recibo como respuesta un tremendo “jajajajajajajajajajajajajajajajajaja”. Se le salen las lágrimas y se agarra el estómago de tanto que se ríe. Yo con cara de “qué pedo”. Me dice todavía riéndose “Aquí nadie se preocupa por eso mi amigo, aquí otros deciden por ti”. “Quién” le respondo, “Los políticos”, me dice. “¿Pero, los políticos no son los mismos que están pidiendo el voto?” pregunto, “Ps si, por eso” responde. Y me quedo con una gran ¿????

Que peocupación!!! Dios mío ilumíname. Se me ocurre leer un poco sobre cada partido para documentarme… y encuentro que son tantos y tan raros y tan parecidos, pero tan diferentes, que para entenderlos me llevará años. Un partido que se define de derecha, está proponiendo un programa populista y socialista de izquierda que ni a Mao se le hubiera ocurrido en sus mejores tiempos; otro que dice ser de izquierda, se está aliando con el de derecha; uno más que se sitúa en el centro izquierda, está sugiriendo una economía capitalista de mercado; otro más que se dice ecologista, no tiene ningún programa ecológico o medioambiental; uno más se autodenomina del trabajo y no hay nada en su propuesta en torno a los trabajadores; otro más se identifica como social demócrata y tiene un dirigente que es dueño del partido; y otro, se autodenomina del pueblo y acusa a los demás de mafia del poder, y que resulta que ahí sólo una persona manda y están amafiados en su interior…. ¡!!ufffff!!! parece obra de teatro del absurdo, o una pintura surrealista mezclada con cubismo de Picaso y Buñuel juntos.

Ah pero recuerdo que alguien me dijo que ahora hay también independientes de donde se podrá elegir; gente sin partido pues. “Vaya –pienso— asi ya cambia la cosa, a la mejor por ahí es”. Decido investigar.

Y está peor la cosa. Encuentro en mi investigación que para empezar hay de nuevo como 10 independientes. Oh my God!!! Hay uno que antes era Conductor de noticiero que en éste país, ser conductor de noticiero es casi lo mismo que ser Senador, vives de lo mismo, del presupuesto público; otro pertenecía antes a un partido, se salió, se fue a otro partido, se salió y ahora es independiente y reniega de todos los partidos a los que antes perteneció; encuentro que hay dos mujeres, una fue Primera Dama, esposa del Presidente y estuvo más de 30 años en un partido y un día se despertó en la mañana y lo primero que pensó fue “A la fregada con el partido”, la otra nunca había sido nada sólo Diputada, pero en este país ser diputado  y no ser nada es lo mismo, no trasciendes. Y asi por el estilo todos.

Me desperté justo cuando estaba por abordar el avión de regreso a mi país de origen, con una camisa de fuerza atada al cuerpo y unos fulanos que me empujaban hacia adentro al tiempo que decían “Llévenselo, lo deportaron por grillo”.

Debe haberme caído mal la cena.