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LO QUE PIENSO Y LO QUE CREO

Qué hubiera pasado si…

Es un reto que me lanzó uno de mis mejores amigos en la vida, Ricardo Armando Gutiérrez García, Cayo, mientras nos tomábamos unas cheves, este fin de semana. Hemos sido amigos toda la vida, desde niños, con largas temporadas sin vernos, como cuando me fui del pueblo, pero siempre reencontrándonos y siempre con mucho gusto y mucho respeto. En los últimos años, nos ha dado por ponernos sentimentales y nos ponemos a filosofar sobre la vida, lo que hemos hecho, lo que tenemos, las familias, los hijos, nuestros padres, los hermanos, los amigos y lo bien que nos sentimos en ésta etapa de la vida en la que te das cuenta que lo material no importa, que lo que queda es la familia y los buenos amigos, como él y yo. Hasta se nos aguadean los ojos en ocasiones. Cosas de adultos mayores, que tenemos los sentimientos a flor de piel.

De repente me dijo: “¿Alguna vez has pensado que hubiera pasado contigo si no te hubieras ido del pueblo?, ¿Que hubiera sido de tu vida?” Y antes de responderle me ordenó: “Escríbelo por favor, mandamelo por watsup”.

Y aqui estoy. Me movió el tapete como siempre.

Muchas veces Cayo, he pensado en eso. Son de esas reflexiones que creo yo que todos nos hacemos muy en nuestro interior y que las guardamos y jamás las sacamos. Y nunca las externamos porque, en nada cambiaría el pasado. Sin embargo me he preguntado eso muchas veces, y al hacerlo me he entendido más.

La respuesta es muy sencilla, pero también difícil y extensa. Mira. 

En primer lugar era muy imporbable que no lo hiciera. Aunque mi padre era mas conservador, hombre de campo y forjado ahí, y probablemente si le hubiera dicho no quiero estudiar una carrera, hubiera terminado por aceptarlo, mi madre no. Ella no aceptaría un no quiero estudiar. Ella nos inculcó desde niños, la responsabilidad de la escuela y el gusto por los libros y la lectura. Era una mujer muy adelantada a sus tiempos. Ella sabía que estudiando una carrera profesional podríamos “ser alguien en la vida”. (Una frase muy mal utilizada por nuestros viejos, porque para ser alguien en la vida, pues no necesariamente necesitas los estudios, pero se entiende pues.)

Además yo tenía el ejemplo de mis hermanos mayores que salieron del pueblo para estudiar en una universidad. Y mi hermana también. Asi es que en mi mente, nunca pasó la posibilidad de no estudiar, yo sabía en mi interior que llegado el momento tendría que hacerlo. No lo cuestionaba, no me incomodaba tampoco.

Pero bueno, vamos a suponer que nada de eso hubiera estado presente en mi vida y yo decido quedarme en el pueblo. Creo que hubiera tenido que ponerme a trabajar y muy duro, en el campo de mi papá, que aún lo tenía, o en otro.

A la vez me visualizo jugando beisbol con el equipo de Pitiquito en la Liga Norte, porque en el equipo titular de los 70’s estaban todos mis compañeros, creo solo faltaba yo. (Y esta es ooootra historia). Tenía facultades para el beis y muy probablemente un camino alterno habría sido hacerme jugador profesional o al menos intentarlo.

Otra posibilidad es que al estar mis hermanos fuera, y yo seguir ahí, mi papá me hubiera pasado las riendas del campo con todo lo que eso significaba, y ahi si, ni idea tenía, pero creo que habría aprendido. De ser así, unos años después me habría casado con una Pitiqueña y a tener hijos se ha dicho. jajajaja.

Si me preguntas si hubiera sido feliz con esa vida… tal vez si, pero no más feliz que la tengo y he tenido. Mi mundo habría sido mucho más pequeño de lo que es, mi aprendizaje, mi crecimiento personal y las relaciones y amistades, hubieran sido infinitamente menores creo yo.

Lo que tu no sabes y nadie sabe es que yo soy uno y cinco a la vez. Asi me visualizo y asi entiendo mejor lo que ha sido mi vida. No es que tenga personalidad múltiple o cosas asi. Sino que  siento que he vivido cinco vidas en una y todas definidas por los lugares. Tampoco significa y lo aclaro para los suspicaces, que tenga una “cara distinta” en cada lugar. Para nada. Tratare de explicarme.

Mis primeros 15 años los vivi en el pueblo. Kinder, primaria y secundaria. Y algunos de ustedes me han acompañado desde entonces. Ahi viví mi primera vida que gocé y disfrute al máximo. Son las bases, son mis cimientos, la formación fundamental, lo que te define, lo que crea tu bagaje cultural, cuando aprendes a ser, cuando se define tu personalidad. Aprendí el valor de la familia, el respeto a los mayores, la disciplina en la escuela y en la casa, el valor de los amigos, la lealtad, el luchar por un objetivo como cuando jugábamos beisbol.

Luego viene la etapa de la preparatoria que los viví en San Luis Río Colorado, a donde llegué y tuve que empezar de cero en casi todo: Nuevos vecinos, nuevos compañeros, nuevas costumbres, formas de vestir, formas de hablar, palabras nuevas, caló, spanglish, cultura de frontera, rock, bebida, apertura mental, relajación sexual; competencia, intereses, luego excelentes amigos y amigas, otras formas de pensar, todos con la meta de estudiar una carrera en Mexico, en Guadalajara, en Monterrey, en Tijuana. Me integré a jugar beisbol en la liga municipal estuve en dos equipos, acudí a estatales, no era para nada malo y en algún momento pensé buscar la manera de jugar profesionalmente. Había muchos jugadores profesionales de San Luis. Mi primer trabajo remunerado. Mi vocación para escribir, nació ahi. Sentía la necesidad de hacerlo. Otro mundo, otro yo.

La tercera etapa es Monterrey, N.L. a donde llegué a estudiar la carrera en el Tec, en 1975. Volver a empezar de nuevo. También casi de cero. Un mundo extraño para mi, en todo. Yo no sabía lo que era la riqueza ahí la conocí. No sabía que las apariencias cuentan, no sabía que como te ven te tratan. No sabía la importancia del blof, es decir, el hacer creer a todo mundo que sabes lo que no sabes o eres lo que no eres y que si los demás lo creen, ya chingaste, porque para ellos sí eres y sí sabes lo que no eres ni sabes, jajajajaja. Nuevas palabras, nuevas expresiones, nuevos tonos, otras costumbres, otra forma de respeto, otra forma de ser leal, otra forma de ser fiel, los mismos valores pero entendidos de diferente manera.

Mi mamá me hacía las camisas y las chamarras. Todo con telas, diseños, cortes, adornos, etc a la última moda. Llegaba de vacaciones de verano con “ropa nueva made in home” y cuando me preguntaban donde las había comprado, decía que en San Diego, y me lo creían hasta me preguntaban nombre de la tienda jajajajajaja. “Isabel Designs” les decía que se llamaba la tienda y que me las hacían a la medida. Asombro total. Y se lo creían. Muy pocos supieron la verdad.

Nuevos amigos, me costo trabajo hacerlos, pero los que hice, persisten hasta la fecha, muy muy buenos amigos y amigas. La amistad tiene un alto valor en Monterrey. Ahi aprendí también lo que es no tener qué comer el domingo, no traer ni cinco para el camion y tener que pedir raite para llegar a la casa. Ahi aprendí que yo,  no era igual, que casi todos podían pero yo no, aprendí que hay niveles, tal cual.

Pero lo mejor de todo es que a mitad de la carrera ya había aprendido que para sobrevivir en esa jungla, tenías que ser más inteligente que muchos y echarle coco al asunto. Y lo logré. Si yo contará todas las peripecias, uff. Ahora me rio.

Mi libertad personal y mi independencia económica las obtuve en Monterrey. Mi profesión, mi primer trabajo ya como profesional en una gran empresa con un muy buen sueldo. Mis primeros trajes, sacos y corbatas, mi primer carro, los viajes por casi todo el país, por cuestiones de trabajo; mi primera decepción amorosa, que dolió mucho, un dolor desconocido para mi.

Mis primeros éxitos profesionales, recompensas, reconocimientos y sobretodo mucho pero mucho aprendizaje y formación profesional que hasta la fecha utilizo y aplico.

Hoy Monterrey es solo un recuerdo y un lugar en el que fui feliz y al que regreso cada año o dos años a reencontrarme con los compañeros de generación a abrazarnos, reirnos, gozarnos, extrañarnos y llorarnos por 24 o 48 horas.

La cuarta etapa de mi vida fue corta en duración, pero me marcó para el resto de mis días. Regreso de Monterrey a Sonora. Aterrizo en Pitiquito y me pongo a trabajar en Caborca. Los reencuentro a ustedes mis amigos, a mi familia, la nuclear y la extendida, me envuelve la nostalgia, los lugares de la infancia, las palabras, los dichos, las costumbres. Fue un renacimiento que me agradó, me excitó, me llenó los sentidos con olores, aromas, texturas, paisajes, etc.

Es una etapa que debería recordar con mucho gusto y mucho cariño y amor porque en ella conocí a la que es mi hoy compañera y esposa de vida, madre de mis hijos. Pero también conocí a la persona que con su humildad, don de gentes, carácter pacífico, corazón de oro, inteligencia, audacia y liderazgo conquistó mi atención y mi lealtad y fidelidad. Persona que injustamente y mucho antes de tiempo, del debido, perdió la vida en circunstancias muy dolorosas y tristes, dejándome un gran legado que guardo para mi muy dentro de mi ser. Fue mi Jefe en esos momentos. Mi amigo y casi un hermano mayor.

Y lo que son las cosas. Ahi podría haber decidido quedarme a vivir en el pueblo o en Caborca. Al fin de cuentas yo de Pitiquito y mi esposa de Caborca, algo podría haber hecho sin duda. Pero de nuevo levanto anclas y salgo a “buscar la vida”.

Y la encontré en Hermosillo que representa  ésta quinta vida. Llegué recién casado y con mi esposa en espera de mi primer hijo, de nuevo sin nada, sin trabajo, sin casa, pero con las ilusiones y la fuerza indómita que te da el saber que vas a ser padre, que a nosotros nos enseñaron que eso significa responsabilidad y trabajo duro.

Y aqui estoy 35 años después viviendo esta quinta vida que ha resultado plena de satisfacciones, logros, recompensas, crecimiento personal, desarrollo profesional y muy generosa conmigo a pesar de los errores, los fracasos, las pruebas que te pone Dios. Una familia hermosa, un hijo, dos hijas, tres nietas y una abuela aún jóven y alegre como siempre ha sido, fuerte, incansable, empujándome y levantándome en las malas y en las muy malas, y siendo compañera y amiga en las buenas. Nunca terminare de agradecerle lo que me quiere, sin yo merecerlo a cabalidad. La verdad ante todo.

E igual que en las anteriores vidas, aquí también nuevas costumbres, nuevas personas, otras formas de pensar, de actuar, rescatando palabras del pasado, conociendo muchas personas, pero conforme me hago viejo, siendo cada vez más selectivo.

Llegué a lo más alto que se pueda llegar en mi actividad gremial, Presidente Nacional del gremio, representante de México en otros países, múltiples satisfacciones, son las grandes ligas de la actividad. Y ahi estuve, y cuando estaba en otros países y me presentaban en el presidium, empezaba mi conferencia diciendo, “soy de México, de un pueblo en el Desierto de Sonora, Pitiquito se llama.” Nunca he negado mis orígenes, ni lo haré jamás.

Llegué al puesto más alto que se pueda aspirar en mi actividad profesional en el Estado y me siento sumamente orgulloso de ello. Ambos logros, los visualice, los busqué y los logré.  No me los regalaron, nadie me ha regalado nada profesionalmente hablando. Son 40 años de experiencia y conocimientos. Nadie me los puede regatear.

Lo más interesante de todo esto es que mis gentes de una vida ni idea tienen del Miguel de las otras. Es decir, los que me conocen de Monterrey, ni idea del Miguel de San Luis Río Colorado o del de Pitiquito y viceversa. Muy poco conocen o saben del yo de otras vidas, solo lo que yo platico o me preguntan de vez en cuando.

Ahora se que hay “amistades” y hay AMISTADES asi con mayusculas; ahora se que hay “conocidos”, gente que conoces, esta un rato en tu vida y sale, sin dejar huella ni marca alguna. Ahora se que un dia eres, y al siguiente no eres nada. Aprendí que para muchas personas vales, lo que en ese momento representas para ellas, ya sea un trabajo, un apoyo, un préstamo, un proyecto, y después pierdes valor. Aprendí que no hay fondo, que quien dice “ya toque fondo”,  no sabe que en realidad no lo hay, y caes tan abajo, tan hondo como tu lo permitas y quieras, y que cuando estas ahi y volteas hacia arriba y ves unas manos extendidas es como si el cielo se abriera. Y esas manos no se olvidan, se podrán olvidar muchas cosas, pero esas manos extendidas tratando de sacarte o sostenerte, son imborrables.

Hoy disfruto enormemente los pequeños momentos como esos en que nos sentamos con una hielera, cerveza en mano,  o con un café, y tres horas después nos damos cuenta que somos los mismos, aquellos chamacos que vivieron tantas aventuras juntos, a pesar de las vidas vividas, própias y ajenas. Me gusta mucho el pueblo, disfruto enormemente ir, estar, recorrerlo, subir cerros, recorrer campos, saludar caras de las que no recuerdo bien los nombres. Lo gozo como niño en Disneylandia. No se si podría vivir ahi de nuevo, creo que no, son muchos años fuera, son cuatro vidas más. Ya no tengo ataduras en el pueblo, solo recuerdos, solo nostalgia, solo amigos que me defienden y me entienden, como tu.

No se si cumplí el reto amigo.

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PERSONAJES DEL PUEBLO

DIA DE MUERTOS

Por Miguel Mendez M.

Hoy es día de muertos en México, día de Todos los Santos Difuntos en el resto del mundo. En lo personal no he sido afectó a celebrar este día ni de una ni de ninguna forma. Desde niño me preguntaba porqué “el día de muertos”. Porqué los muertos deberían tener un día. No lo entendía, no me resultaban lógico, “si ya esta muerto” razonaba.

Acompañaba a mis padres al cementerio en Pitiquito, ese día. Mi papá subía en el pickup unos baldes con flores, bastantes flores, un balde vacío, una pala y unas Tijeras de jardín, de esas para podar. Yo creo que a mi me llevaban para no dejarme en la casa, porque no era una gran ayuda.

Me sorprendía y me causaba asombro ver tanta, tantísima gente en el cementerio. Aquel lugar, que normalmente estaba lleno de muertos y vacío de vivos, ése día estaba lleno de vivos, acompañados por muertos.

Para donde voltearas veías conocidos y amigos todos atareados limpiando las tumbas, lavandolas con agua y jabón, quitando la hierba de los lados, barriendo la basura, juntando las ramas, acarreando agua, regando y finalmente barrer todo y dejar reluciente el pedazo de marmol o cemento o tierra que señala el lugar donde “descansa” el familiar muerto. Uffff¡¡¡ que chambón sinceramente.

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Eso era lo primero. Después, seguía el saludadero a los vecinos de tumba, y las pláticas sabrosas, a veces a costa del difunto que estaba a sus pies y al que le estaban chaineando la tumba.

Y por último el rezo, mujeres de rodillas, hombres parados, rezando padres nuestros y aves marías hasta completar un rosario o un medio rosario y los que se sabían alguna oración para difuntos pues se recitaba también. Y muy importante, derramar una que otra lágrima, o ya de jodido, hacer pucheros. Porque si ibas y no rezabas, ibas y no llorabas, o ibas y no mostrabas algún sentimiento de dolor, pues entonces a qué ibas y darías de qué hablar a la gente.

“A quién quiere engañar la Rosa, si no se para en todo el año y ahora viene muy compunjida”

“Ay andan muy acomedidos los hijos de Carmelo, limpiando la tumba. Cabrones si ellos fueron los que lo mataron con tanto problema que le dieron, y ahora hasta lloraron jajaja”

Yo, un niño de 6, 7, 8 años, veía todo ello como si estuviera en otra dimension, como si yo estuviera en un mundo y el resto de la gente en otro. Así de raro, así de extraño, así de ilógico, se me hacía el Dia de Muertos. Nunca lo dije, pendejo nunca he sido, me lo guardé toda la vida.

Conforme fui creciendo, fuí entendiendo y comprendiendo, que ésta fecha forma parte del calendario de fiestas mexicanas y forma parte de la tradición y cultura de nuestro pueblo.

Entendí también que la mayoría de las personas guardan un recuerdo del familiar que murió y normalmente ese recuerdo es bueno y es amoroso, aunque el muerto o muerta haya sido un cabrón. Y que todos piensan “nada me cuesta ir a visitarlo un ratito al cementerio”.

Tuve una Tía a la que le encantaba este día, se preparaba con un mes de anticipación  y llegado el día nos pedía que la lleváramos con su cargamento de flores y ahí la dejábamos todo el día. Ella disfrutaba y era casi una ceremonia este día.

A mi, sinceramente, sigue sin gustarme. No termino de entender del todo que pedo con ésta fecha. Mientras la juventud se vuelve loca con las catrinas y las calacas, a mi no me causan gracia; los altares que se montan con comida, flores y fotos del muerto, no los entiendo, no les encuentro el sentido o el encanto. Y tampoco me gusta Halloween por si lo están pensando.

Táchenme de lo que quieran lo aceptaré. Díganme insensible, inhumano, sin sentimientos, loco, extraño, pendejo, raro, si, si, y si, seguiré pensando que el muerto muerto esta y que el muerto, hasta donde sé, ese si que no tiene sentimientos, y por lo tanto ni se va a sentir, ni va a llorar, ni va a sufrir, ni me va a echar una maldición porque no lo vaya a visitar. (Y si lo hace, entonces no me quería tanto el wey).

Ni tampoco creo que estén perdiendo el tiempo tooooda la eternidad para estar viéndonos por una ventanita a ver cómo nos portamos o a ver si los seguimos queriendo. Yo creo que bastante ocupados deben estar allá donde están, unos recibiendo almas, otros encaminándolas, otros enseñando lo aprendido, otros pagando las deudas y un etcétera enorme. A la mejor los que aquí fueron unos huevones, allá no se la acaban de chamba. Puede ser porque no?

Mi madre va a leer esto y dirá que estoy cometiendo sacrilegio. Pero es la realidad, así pienso, así siento y punto.

Así es que ya saben quienes deben saber. No esperen que vaya a visitarlos a sus tumbas o nichos. Les propongo mejor comunicarnos mentalmente, yo pienso en ustedes y ustedes me reciben y oyen, les prometo pensar cosas bonitas de ustedes. E igual cuando yo me muera, nomas piensen en mi récenme un padre nuestro y con eso basta, ni se molesten en buscarme en una fría pared llena de cuadritos y puertitas con places con nombres.

Enten?

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LO QUE PIENSO Y LO QUE CREO

ME VALE MADRE

Por: Méndez.

Para mi, el nivel más alto de desarrollo espiritual e intelectual, el momento en que te sientes en plenitud y libre de todo tipo de ataduras y convencionalismos, la etapa de tu vida en que dejas atrás las costumbres, las reglas no escritas, las actitudes y conductas “socialmente correctas”, es ese momento en el que algo o una parte o todo… TE VALE MADRE.

Confieso que por más esfuerzos y a pesar de mi dedicación, no he podido alcanzar aún, tal nivel de plenitud existencial.

Con frecuencia me sueño o me imagino en situaciones en las que digo “Me vale madre”. Debe ser bonito, se debe sentir chignon que te valga madre. Te has de sentir como cuando estrenas calzoncillos, que se sienten bien cómodos, te ajustan a la perfección y el elástico esta nuevecito. O como cuando pones sábanas nuevas en la cama, que ricura, qué gozo para la piel y el sentido del tacto.

Ambas cosas, a la segunda lavada ya valieron madres, pero te queda el recuerdo.

Valerte madre es estar más allá del bien y del mal. Estas en otro nivel, you know?, es un estado existencial en el que nada puede dañarte, nada puede herirte, nada puede derrumbarte, nada te puede impedir que avances con una sonrisa en la cara. Porque todo te VALE MADRE.

“Oye hay que pagar la luz” “Me vale madre”, “Amor, los niños y yo queremos ir de vacaciones” “Me vale madre”; “No digas esas cosas, se va a enojar el compadre”, “Me vale madre”; “Lopez Obrador no quiere que se haga el nuevo aeropuerto”, “Me vale madre”; “Duarte se chingó mil 500 millones” “Me vale madre”; “La Gobernadora se puso botox otra vez” “Me vale madre”; “Andan diciendo que eres hipocrita y mentiroso” “Me vale madre”.

Dirán que estoy poniendo el me vale madre como sinonimo de irresponsabilidad. Pues no y si. Exajeré un poco en los ejemplos para que se entienda mejor el concepto. El Valerte madre no quiere decir que vas a olvidarte de tus obligaciones, pero sí quiere decir que puedes ser más selectivo con ellas. Hay obligaciones que te esclavizan y que en realidad no pasa nada si las echas a la basura, es decir, que te valgan madre.

Y lo mismo sucede con los usos y costumbres de la comunidad en la que vives y de la sociedad con la que convives. Las sociedades son tan rígidas, tan cerradas que no permiten “los desvíos”, no se aceptan y no son bien vistos quienes hacen las cosas diferentes a lo que los usos y costumbres marcan, a los que les vale madre pues.

Pongo un ejemplo que los que tienen mi edad y mas, identificarán perfectamente.

me vale

En la década de los 60s, 70s y parte de los 80s, había en Hermosillo, un medico muy famoso y muy acreditado. Famoso por su atinada y excelente práctica médica, y famoso por su estilo de vida. Ortopedista para más señas.

Si había una ceremonia elegantísima y formal en la que todos iban de traje negro y corbata sería, el Dr. Federico Sotelo llegaba con un saco de flores amarillas y fondo rojo y pantalones azules, todo con corbata de moño o corbata rayada de colores. Al principio escandalizaba a las buenas consciencias, pero poco a poco lo fueron aceptando y después esperaban con ansias a ver el atuendo que el Dr. llevaría a la boda de fulanitos. Y para rematar llegaba en una moto ruidosa.

Decían que estaba loco. Era la forma elegante que tenían para indicar que era raro y diferente. En realidad, creo yo, LE VALIA MADRE. Estaba más allá del bien y del mal. Le valía madre lo que hablaran de él, pues él hablaba con su profesión en la que fue respetado y reconocido a nivel mundial.

Yo no se si fue feliz valiendole madre todo eso. En realidad no lo conocí en persona a pesar de que era de Caborca y tenía un parentezco con los Sotelo de mi madre creo.

Pero de que le valieron madre muchas cosas, le valieron madre.

Y nunca dejó de lado sus obligaciones y responsabilidades.

El ME VALE MADRE es muy mexicano, más mexicano que las pirámides de Teotihuacán. Pero ¿Realmente a los mexicanos NOS VALE MADRE? Seríamos la sociedad más plena y feliz del mundo, y no lo somos. Algo nos falta, algo nos impide dar ese pasó y alcanzar ese nivel.

Tal vez perder el miedo.

Cuando le dejamos de tener miedo al miedo, es cuando nos VALE MADRE.

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PERSONAJES DEL PUEBLO RECUERDOS Y NOSTALGIA

PUEBLO PARA RATO

Uno que ha sido más o menos pata de perro y que ha andado por varios lugares del país y el extranjero, puede atestiguar que la gente se asombra, se rie, se interesa y se intriga cuando preguntan, “¿De dónde eres?” y uno responde “De Pitiquito”.

Les cuesta trabajo pronunciar el nombre a pesar de no ser tan difícil como los nombres náhuatl de los pueblos del Estado de México, Hidalgo, etc.

“Piquetito”, Perriquito”, “Peluchito” “Picritito”,  dicen riendo cuando se refieren al pueblo. Yo siempre les he tenido mucha paciencia y pienso “ya lo diras bien, y sin reírte cabron”. Y sÍ, terminan aceptando el término y luego quieren saber más, dónde esta, que se hace, qué es lo típico, etc.

En mis correrías por el país, en los múltiples Congresos nacionales e internacionales en los que fui organizador y/o conferencista invitado, después de que me presentaban y leían mi curriculum, me pasaban el micrófono para iniciar la conferencia y siempre iniciaba diciendo mas o menos “Yo soy orgullosamente de Pitiquito, un pueblo en el desierto de Sonora… y de ahí me arrancaba para terminar hablando de modelos estratégicos, modelos de gestión y motivación etc.

En Venezuela y en Ecuador me preguntaban “De qué parte de México eres” y cuando les decía, abrían tamaños ojos y la siguiente pregunta era “¿Y donde esta eso?” y me soltaba hablando del desierto, de la frontera con Estados Unidos y del pueblo y su gente. Me escuchaban con atención y me miraban de arriba abajo como si estuvieran viendo un extraterrestre. Los más interesados me preguntaban cómo era la vegetación, cómo eran los cactus enormes que veían en las revistas y en la tele. Les hablaba de los sahuaros, les explicaba cómo sobrevivían, y cuánto tiempo vivían; les hablaba de las choyas, de el palo fierro, de el paloverde, de las pitahayas, etc etc. Y entre trago y trago terminaba dando una conferencia del desierto, su flora, su fauna, y sus habitantes. Para ellos, pegados al amazonas era tan exótico lo que les platicaba, como para mí la selva amazónica. Invariablemente el comentario final era “Que gran cultura la del pueblo de México, que cultura tan rica”. Y yo me hinchaba de orgullo.

Nunca he negado mis raíces, ni en mis trabajos de grandes corporativos en Monterrey, ni en mi universidad, ni en las reuniones de trabajo ni con grandes políticos o funcionarios. Yo he sabido de paisanos que dicen que nacieron en Hermosillo, porque les da vergüenza decir que en Pitiquito.

Yo he encontrado que es todo lo contrario.  Te abre puertas.

Es increíble pero en todo el país, y en serio, en todo el país en algún momento de mis estancias o recorridos me he encontrado taxistas, meseros, recepcionistas de hotel, cocineros, oficinistas, dueños de empresas, policías, y un etcétera enorme que o sus papás era de Pitiquito, o su tío fulano o el amigo mengano o el jefe de fulanita o el vecino de departamento, o el cliente de la semana pasada, eran o son o tienen un conocido en Pitiquito. Me he encontrado personas en Guanajuato que saben historias del Soteleño o en México una persona que sabia la historia del “Urge Tapón, río pelléndose” de Alonso Grijalva y que se lo había contado como chiste o charra a sus amigos.

Y cuando les digo que yo los conocí, quieren saber más, se ríen a carcajadas, se relajan, se abren, te aceptan y si eres abusado haces negocios fácilmente gracias a Pitiquito, al Soteleño, a Alonso Grijalva, Chu Lion, José Barrera y otros.

Asi es que, no hay nada de qué avergonzarse y si mucho de qué enorgullecerse. Lo que para nosotros es normal, para otros es extraordinario; lo que para nosotros es del día a día, para otras personas es rarísimo.

 En una comida en Monterrey hace unos pocos años, platicando con mis amigos de toda la vida, se acordaron que era de Pitiquito y quisieron saber  si había vuelto al pueblo. Cuando estaba en la escuela me daban carrilla y cuando regresaba de vacaciones decían ellos que yo llegaba al pueblo como en las películas, en tren y que todo el pueblo iba a recibirme con banda de música y la banda de guerra de la escuela. Sacaban risión y se doblaban carcajeándose dándome carrilla.

Bueno pues en esa comida tocamos el tema de Pitiquito de nuevo y les dije que si que había regresado, que incluso regresé a vivir ahí unos años y que iba muy seguido. Una pregunta llevó a la otra y terminé contándoles historias del pueblo y de lo feliz que era mi gente sin tráfico, sin las grandes empresas, sin los lujosos restaurantes, sin tantas cosas, pero que se tenían unos a otros y todos se conocen y todos se cuidan y todos saben la vida de todos y todos nos reimos de todos. Terminaron diciéndome, “Te envidio Miguel”.

Por eso yo digo que Pitiquito es un pueblo más mágico que los pueblos mágicos que no son otra cosa mas que una fachada para el turismo. En Pitiquito no hay fachadas, no hay hipocresías, no hay lambisconerías ni nos morimos si los turistas no llegan, nunca han llegado, nunca hemos vivido de ellos y cuando llega algún turista lo primero que pensamos  es “Pobre este gringo anda bien perdido”.

Es de los pocos pueblos “vivos” que quedan en Sonora. Cuando digo “vivos” me refiero a que no esta en el proceso de desaparición que ya iniciaron hace rato muchos otros pueblos autóctonos de Sonora, en los que cada año, en lugar de crecer, la población decrece, porque son más las defunciones que los nacimientos y porque muchas familias se van y abandonan los pueblos. Eso esta pasando en los pueblos del Río Sonora y en los de la sierra alta por el Río Yaqui. Así paso en España y hoy ese país esta lleno de pueblos vacíos literalmente, donde viven 10, 12 personas donde antes vivían 3 mil.

Esa es una de las magias de Pitiquito. Aún tenemos pueblo para rato.

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Cuentos y otras cosas.

EL CAMINANTE.

Por: Miguel Méndez M.

Tenía 38 días viajando de aventón, de raite decimos nosotros. Mil vicisitudes había vivido, un millón de cosas le habían pasado, en esos 38 días. Un día, se levantó, se desayunó, agarró una mochila y con la mirada fija, lo vieron salir del pueblo caminando. Salió de Chiapas.

Ahora estaba ya en Sonora y muy cerca de su destino. Una persona lo había levantado en la ciudad cercana.

___ Y ¿Qué haces tan lejos de tu tierra? – preguntó el del auto.

___ Pues voy a un lugar que no conozco a convivir con gente que no conozco.

___ Me imagino—dijo el chofer – pero tu tierra es muy bonita, es verde, lleno de vegetación, llueve todos los días y tienen hermosos ríos llenos de agua. En Estados Unidos no vas  a encontrar un lugar asi.

___ No voy a Estados Unidos – dijo el Caminante con toda la seriedad del mundo.

___ Ah no ? – dijo extrañado el hombre – pues ¿A dónde vas si se puede saber?

___ Si si se puede. Voy a un lugar donde también tienen un río, seco todo el año, pero que cuando lleva agua, dos o tres días al año, agua chocolatosa, ni siquiera clara,  la gente ahí, es feliz, y todos están de buen humor, y se divierten viendo pasar el agua por el río; hacen fiesta a la orilla del río, la gente lleva carne y la asan ahí y van las familias, los niños, los papás,  a los ancianos los llevan en auto para que vean el río. Todos son como hermanos, son felices esos días.  Y yo quiero saber qué se siente vivir eso. En  cambio en mi tierra, tenemos muchos ríos con mucho agua todo el año, pero no somos felices, ni nos atrae el río, lo vemos como amenaza porque se lleva nuestras casitas y las siembras.

___ Ah caray – se asombró el que iba al volante – ahora si me dejas intrigado. Yo no conozco ningún lugar así por aquí, y soy de acá de estas tierras.

 

Se hizo un silencio. El hombre se devanaba los sesos tratando de dar con aquel lugar. Cuando ya no pudo más le preguntó:

 

___ Y ¿Sabes cómo se llama ese lugar? Porque yo no, te lo juro.

___Si – dijo el Caminante – se llama Pitiquito.

 

FIN.

RIO

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Cuentos y otras cosas.

UN ARGUMENTO DE PESO.

Por: Miguel Méndez Méndez

Dios lo llamó a su presencia y le dijo:

___Ya te toca nacer. Escoge unos padres y un lugar en el cual ver la luz terrestre.

No lo pensó mucho. Como que ya lo tenía decidido.

___En Pitiquito – respondió – ahí quiero nacer.

El Señor se asombró:

___ ¿En Pitiquito? Y ¿Porqué ahí? Habiendo tantos lugares hermosos en la tierra quieres nacer en un lugar que hasta a mi me cuesta trabajo recordar que existe.

___ Ah – le dijo – es que en Pitiquito se hacen las mejores, las más bonitas y más alegres fiestas patronales del mundo.

El Señor calló un momento. Era un argumento muy poderoso.

 

___ Mmmm pues si, tienes razón. Concedido – respondió el Creador.

FIN

SANDIEGO

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Cuentos y otras cosas.

RENACIMIENTO

Abrió los ojos y tres toneladas le cayeron encima.

Tres toneladas de problemas, angustia, desesperación.

Apenas y con esfuerzo pudo levantarse de la cama. Se dio un baño, se secó, y las tres toneladas seguían ahí.

Salió a la calle, rumbo al trabajo, tomó el autobús de siempre y apenas pudo meter las tres toneladas dentro.

Al llegar a su destino, bajó, caminó dos cuadras y en la esquina estaba el indigente de siempre. indigenteAl verla la tomó de la mano, la jaló y comenzó a cantar  con tonada de rap, y  a bailar:

“Tengo hambre y me vale madre,

No tengo dinero y me vale madre.

Tengo frío y me vale madre,

No tengo a nadie y me vale madre.

Qué bonita es la vida!! Y me vale madre!!

Me vale madre, me vale madre, me vale madre”

Se soltó y encaminó sus pasos al edificio de oficinas. Se le pegó la tonadita y la frase “me vale madre”. Sonrió, hacia una eternidad que no sonreía. “Me vale madre” resonaba en su cabeza, sonrió de nuevo. Volteó a ver al indigente y él le gritó, “Que te valga madre¡¡¡” Ahora se rió, soltó una carcajada, hacía dos eternidades que no reía a carcajadas. Iba aún riendo, cuando el portero la saludó, “Buenos días señorita” “jajajaj jajajaja me vale madre” respondió. Entró al elevador, varios compañeros junto con ella y riendo aún les fue poniendo un dedo en el pecho a cada uno diciendo: “Me vale madre jajajajaj” “me vale madre” “jajajaja me vale madre”.

Entro a su oficina, se asomó por la ventana desde lo alto y vio, junto al indigente que seguía bailando y cantando, tres toneladas de problemas, angustia y desesperación… eran suyas.

“Fueron” pensó, “ya no, y si alguien más las recoge, me vale madre! Jajajajajajaj!

 

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Cuentos y otras cosas.

LA VIDA SIN VIDA

No sabía qué hacer con su vida. En realidad siempre había dejado que la vida decidiera qué hacer con él. Y ahora de repente, la vida no quiso ya tomar más decisiones y por primera vez, tenía que hacerlo él, por ella, por su vida.

No sabía cómo. A los 65 años se conocen y se saben muchas cosas pero, qué hacer con tu vida, no, no es de las cosas que se aprendan en la escuela o en la universidad o en un manual. Y la vida estaba esperando.

Alguien le dijo “reinvéntate y manda a la chingada todo lo que has aprendido; aprende cosas nuevas”. Le agradó la idea, lo imaginó como un reto; pero en cuanto la vida, su vida, se enteró de sus planes, comenzó a molestarlo: “Ya no tienes edad,” “No es para ti, eso es para jóvenes”, “Cómo vas a tirar todo lo que sabes, toda tu experiencia, estas loco”.

En realidad la vida tenía miedo de que él olvidara cosas, de que él hiciera a un lado todo lo aprendido, porque si lo hacía, ella desaparecería, será olvidada, ya no sería necesaria y tal vez otra vida viniera a tomar su lugar.

Pero no lo dijo, no se lo dijo y se cuidó muy bien de que él no se diera cuenta.

En lugar de eso, comenzó a recordarle ciertas cosas: “¿Te acuerdas cuando eras maestro en la universidad?”, “Tan bonitas conferencias que dabas en los Congresos, te aplaudían mucho”, “Y el proyecto aquel cuando elaboraste los reglamentos y los manuales en la empresa XYZ, hasta te dieron un bono”, “Para qué vas a hacer cosas que no sabes, mejor aprovecha lo que si sabes”, ¿No te da miedo?”

Y a él le comenzó a entrar la duda y sintió miedo.

Y la vida, su vida, comenzó a ser feliz… y él cada día más infeliz, sentía un vacío, como que algo le faltaba.

Tenía salud, tenía claridad mental, tenía experiencia mucha experiencia, tenía sabiduría acumulada, pero aún así, sentía ese vacío, esa angustia de no saber qué pasa, la incertidumbre de “qué sigue”.

 

Y lo que le faltaba en su vida, era…Vida.

Nunca en su vida se había sentido así, sin vida.