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TRADICION ORAL FAMILIAR

LA BODA DE LOS ABUELOS.

“La nota social más notable de esta semana, ha sido el matrimonio de nuestros buenos amigos Aguedita Bustamante y Miguel L. Méndez”.

Es el primer párrafo de la reseña de la Boda de mis abuelos paternos. Se publicó en un periódico semanal que se editaba en Caborca. No sé cual sería el título del periódico porque el recorte donde viene la boda reseñada, le falta un pedazo y solo se alcanza a leer “Lib…” Me imagino debe haber sido algo asi como “Liberal” o “Libertador” o parecido. “Semanario Político Director Redactor Ramon R. Valenzuela” (Si alguno de los lectores sabe, por favor aporten el dato).

Es un recorte de la primera página del periódico donde trae como nota principal un artículo titulado “El Porvenir de la… (Creo debe ser NACION) .. esta en la instrucción pública”. Y al lado de ese artículo, también en primera plana, la reseña de la boda.

Para los amantes del periodismo este recorte es una joya por varias razones y Toño Duarte no me dejará mentir.  El año, 1911. Fue el año que se casaron mis abuelos. El lenguaje utilizado es muy correcto, palabras ya en desuso que forman frases y oraciones elegantes y floridas; nos deja entrever que se está viviendo una nueva época y que acaba de caer un régimen mediante una guerra cruenta; es un artículo de crítica clara y dura al régimen recién concluido y que pone de manifiesto cómo la ignorancia del pueblo y de los indígenas, fue utilizada como arma de sometimiento al régimen. La reseña de la boda igual, utiliza un lenguaje común en la época, demasiado descriptivo y lisonjero tratándose de una nota “social” en un periódico de política.

Transcribiré ambos artículos, más como datos curiosos, espero no se me enfaden. Comenzaré con la Boda de mis abuelos paternos, respetando la ortografía y los signos de puntuación originales.

“PITIQUITO”

“La nota social más relevante ésta semana ha sido el matrimonio de nuestros buenos amigos Aguedita Bustamante y Miguel L. Méndez.

Lo más respetable de la sociedad se dio cita en la casa del Sr. Eduardo Bustamante, padre de la desposada.

La juventud se congregó para dar a sus antiguos y conspiscuos miembros un significativo adiós, reinando en la amena convivialidad, el más franco y fraternal entusiasmo.

La corrección que singulariza a la familia Bustamante, fue puesta á relieve por las atenciones de que la concurrencia fue objeto. Agregando a eso el simbólico encanto del ornato, dábase al conjunto un concierto de armonía que era fiel precarsor, del lisonjero éxito que sonreía a los contrayentes.

Si es cierto que no faltaron adeptos á la diosa Terpsícore, más cierto es que fue particular la esplendidez con que se hicieron honores al exquisito néctar de Moctezuma.

Los acordes de la “Orquesta Pitiquense” hirieron las fibras delicadas de los enamorados, e hicieron a los viejos pensar en la verdad que entraña la resurrección.

Si la concurrencia fue numerosa los “coleros” fueron incontables”

Hasta ahí la reseña de la boda de los abuelos. Luego como parte de la columna, se anotaba lo siguiente:

“Los Señores Ramón Cáñez, A.G. Aguirre y Ricardo Lizárraga, electores nombrados por este municipio volvieron de Magdalena, después de haber quedado con su consciencia limpia y llenos de la satisfacción que ofrece el deber cumplido.

Hace poco se estableció en este pueblo, una Academia Musical que cuenta con numerosos discípulos y la dirige el Prof. Ramón G. Lizárraga.

Desde el día 1º de octubre se iniciaron las clases en la Escuela Oficial de Varones de esta localidad, bajo la dirección del Prof. Santos G. Lizárraga.

Es de suponerse que las nuevas autoridades tendrán en cuenta, que Pitiquito siempre ha marchado a la vanguardia en el importante ramo de la Instrucción Pública.

Veremos, observaremos y diremos.

UN OBSERVADOR”

Así concluía la columna de variedades donde se incluye la reseña de la boda.

BODA 2Mañana transcribiré el artículo de primera plana Titulado “El Porvenir de la Nación está en la Instrucción Pública”.

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PERSONAJES DEL PUEBLO

“URGE TAPON…”

Ya he aclarado en otras ocasiones que solo cuento lo que sé, lo que me platicaron o lo que viví, sin tratar de dar datos o remitirme a libros, investigaciones, etc. o más versiones o datos distintos.

Cuando Faustino Félix Serna fue destapado como candidato del PRI a la gobernatura del estado hubo manifestaciones en contra de un sector del mismo partido que no estuvo de acuerdo y se hizo famoso el “FAUSTINO NO” pintado en bardas, en volantes, carros etc. Fue tal vez el primer movimiento de inconformidad que enfrentó el partido en su historia a nivel nacional; hay que recordar que era 1967, 68 y había una efervescencia política y social en el país.

Sin embargo, en Pitiquito, si bien es cierto también se veían los FAUSTINO NO, y hubo una cierta división en el pueblo, una vez apareció Faustino, prácticamente todo fue fiesta y alegría. Un Pitiqueño, nacido en Pitiquito, que vivió allí  su infancia y parte de su pubertad y que tenía muchos amigos en el pueblo, era el candidato a Gobernador. Mejor, ni en las películas de Pedro Infante.

Faustino visitó varias veces el pueblo como Candidato y muchas más como Gobernador. Recuerdo las fotos de cada visita publicadas en el Imparcial y en el Sonorense. Se le veía felíz, cómodo, sonriente, a gusto con su gente. Disfrutaba hasta el último minuto de cada visita y se dejaba querer por todos y daba entrada y platicaba con todos, con el que quisiera.

Le pedían de todo. Son famosas las peticiones que le hiciera Alonso Grijalva a quien Faustino quiso mucho y con quien se divertía como enano escuchándolo.

Faustino hizo lo que pudo por el pueblo y fue mucho en la obra física y en apoyos, pero también ayudó a muchísima gente.

Cuando Alonso Grijalva le envió el famoso telegrama que decía “Urge tapón. Río pelléndose “, se refería a que urgía la construcción de una presa que almacenara el agua que corría por el río y que en ese entonces llegaba hasta el mar en el Desemboque, en Caborca.

Había llovido a cántaros y el río iba de punta a punta, lleno, crecido, “pelléndose de agua” pues.

Era una petición muy antigua en el pueblo. Los viejos pensaban que se podía construir una presa fácil echando una cortina (Tapón) entre el cerro picudo y el cerro del Cuchillón; no había otro lugar mejor decían. Aguas arriba recorrías hasta Santa Ana y no había como echar una cortina; aguas abajo, recorrías hasta el Desemboque y menos. Entonces ahí en Pitiquito, allí atrás del cerro, ahí donde se juntan la Asunción y el Muchachito, ahí podía echarse la cortina- Tapón. Y cada vez que corría el río, los viejos se iban a la orilla a ver pasar la creciente y se les rodaban las lágrimas,  de que esa agua no se podía aprovechar y llegara hasta el mar.

El Gobernador Faustino, sabía de ese anhelo, de ese sueño, como Pitiqueño que era. También fué agricultor en el Valle del Yaqui y por lo tanto sabía regar con agua  rodada y sabía lo que significaba una presa en la economía de un pueblo.

Miguel Méndez (Mi padre) era presidente Municipal. Faustino lo llamó un día y le dijo: “Miguel van a unos ingenieros, te van a buscar, son de Recursos Hidráulicos ellos te van a decir que van a necesitar”. No digas nada de esto por favor “.

Los ingenieros arribaron, se encontraron varios días trabajando atrás del cerro, en el punto donde se pedía el tapón y registraron el río hacia arriba tomando los campos agrícolas que tenían en la zona hasta la estación del Ferrocaril. Terminaron y se fueron. Pocas gentes en el pueblo se dieron cuenta de su presencia.

Meses después, Faustino mando llamar a Miguel Méndez a Hermosillo en Palacio y le dijo:

“¿Te acuerdas de los ingenieros que fueron al pueblo y se estuvieron en el río? Pues ya me entregaron los resultados, mira “. Unos planos en la mesa y el otro: “Midieron todo el río en la zona, recopilaron la información de las crecientes de los últimos 30 años y dicen que sí se puede almacenar una buena cantidad de agua”. “A pues que bueno” dijo mi papa. “Si – le dijo Faustino– pero no se puede hacer. Los cálculos que hicieron señalan que con una pequeña cortina de 10 metros de alto, se inundaría hasta la estación y que moverían las vías y moverían la carretera. Así es que diles a las gentes en el pueblo que dejen de estar chingando con el tapón, no se puede hacer “.

No se qué medios de comunicación o qué palabras uso mi papá para comunicar la mala noticia al pueblo, pero sí puedo asegurar que nunca se volvió a tocar el tema, se dejó de pedir el tema, se olvidó y se enterró el asunto . Hasta la fecha.

A la mejor ahora si se puede. Sería bueno retomar el tema. Hay nuevas tecnologías, nuevos métodos de construcción y hay una variedad enorme de “presas” o retenidas de agua que funciona mejor, cuando menos para almacenar unos cinco. 6 millones de metros cúbicos de agua para infiltrar los acuíferos.

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RECUERDOS Y NOSTALGIA

CACHETADAS DE FELICIDAD.

Una teoría muy aceptada en el mundo de la pedagogía es que no debes por ningún motivo decirle a un niño o puberto en forma repetida “Eres un tonto” “Nada haces bien”, “No sirves para nada” porque de alguna manera influyes en su personalidad y su mente y resultará tan afectado que en realidad terminará por no servir para nada y nada hará bien.

Pues no se ustedes, pero cuando yo estaba en primaria y secundaria, tuve compañeros, amigos míos, a los que castigaban y cacheteabean casi a diario y el maestro les decía “Eres un burro”. En aquel entonces los modelos pedagógicos eran otros y era bien visto y consentido y aceptado por los padres el que castigaran y cachetearan a sus hijos en la escuela, decían: “Las letras, con sangre entran”.

¿Y saben qué? La gran mayoría de esos compañeros a los que castigaban mandándolos al rincón con orejas de burro, o volteado a la pared y parado toda la hora, o que les pegaban con la regla en las manos o que les sorrajaban tremendas cachetadas, son hoy unos exitosos profesionistas y padres de familia. La mayoría son abuelos con hermosas familias.

Castigado

TodavÍa recuerdo las caras de risa de algunos cuando los cacheteaban si dolía, y dolía un chingo, pero al rato se reían. ¡Hagan de cuenta Cachetadas de felicidad!

Yo les he preguntado a algunos de mis amigos: “Te arrepientes o te perjudicaron de alguna manera las cachetadas que te daba la maestra tal?”. Y la respuesta siempre ha sido: “No me arrepiento de ninguna, fueron bien merecidas.” Y sueltan la carcajada.

Yo quisiera que alguien me enseñara el o los (Si es que los hay) estudios e investigaciones realizados con sujetos vivos de mi generación a los cuales se les dio un seguimiento desde niños hasta adultos y en los cuáles se concluye que están tan traumados, resultaron tan perjudicados que no pudieron hacer una vida sana, plena, productiva, constructiva y mucho menos una familia; ¡que fueron un fracaso rotundo! Estoy casi seguro que no hay estudios serios al respecto.

Entonces, te preguntas, de donde carajos sacaron esas ideas de que a la persona debes decirle puras cosas bonitas (Aunque no las vea ni las viva), mencionarle sus atributos positivos (Aunque no los tenga), decirle que “todos cometemos errores, no te preocupes, no pasa nada, esfuérzate, pon atención y a la próxima lo harás mejor” y a la próxima lo hace exactamente igual que la anterior. Y le vuelven a decir con palabras dulces “no te preocupes mijito, es que no te concentraste”, y vuelve a hacer lo mismo. En mis tiempos el maestro a la segunda te aventaba con el borrador o te llamaba al frente y te daba unos reglazos a la vez que te decía ¡”Entendiste”¡. Y claro que entendías, pobre de ti que no. Entendías, mejorabas y no volvías a cometer el mismo error.

Por eso, nosotros los viejos (Aja, jajajajaja), nos reímos cuando una chamaca o chamaco, psicopedagoga con maestría y doctorado en la universidad pipiris nais afirma, con la mayor naturalidad y con la mayor seguridad del mundo que “palabras negativas como bueno para nada, burro, inservible, crean un condicionamiento que provoca que la persona lo guarde en su subconsciente y se convierte en un freno, en una barrera muy pesada y difícil de vencer y que impide el aprendizaje y el avance de las personas”. Y concluyen: “No son felices”.

Babos@, digo yo, probablemente no estuvieras aquí, en este mundo, si lo que dices fuese cierto, Es decir, si lo que hacíamos hace 30, 40 ó 50 años era tan malo, ¿Porqué el progreso no se detuvo? ¿Por qué se crearon familias sólidas? Porqué la solidaridad, la uníon, el compañerismo, la amistad, la fidelidad, el respeto, y el compromiso fueron nuestros valores fundamentales y los aprendimos a chingadazos.maestro-y-profesor-imagen-animada-0033

Aún viven algunos y algunas de mis maestros y maestras y les doy las gracias por lo que hicieron con y por nosotros. Hicieron lo que sabían hacer: Enseñar y si para ello había que ejemplificar cacheteando a uno o dos o tres, lo hacían.

Demos ahora un salto a la época actual y veamos lo que estamos “consumiendo” ávidamente como sociedad moderna y nos lo venden en forma de pláticas en las empresas, conferencias en auditorios, talleres, cursos, videos en FB, escritos en Linkedin, videos en youtube, pequeños carteles en watsup, comentarios en FB, etc etc.FELICIDAD 1

“Lo que tú haces o dejas de hacer, está conectado con el universo, eres parte de un todo”.

“No culpes a los demás de lo que te pasa, sólo tú sabes la razones de tu actuar”

“No busques en otros lados lo que puedes encontrar dentro de ti, tú tienes la fuerza”.

“La capacidad de cambiar esta en ti, el poder de dar la vuelta a la hoja, lo tienes tú”

“La felicidad se puede aprender, aprende a ser felíz”.

“Cómo ser feliz con lo que tienes”.

Y ahora esta de moda en Estados Unidos, en America del Sur y en Europa (Extrañamente no ha entrado tan fuerte…aún en México) la felicidad en el trabajo:

“Cómo tener empleados felices”

“Un colaborador felíz, es más productivo y se accidenta menos”

“Incremente la retención y la permanencia, con empleados motivados y felices”.

“Un ambiente de armonía y de alta energía, reduce los problemas laborales”.

Etc. Etc. Etc.

BRUJOS!!!! Que brutos, en verdad no se cómo llegaron a esas conclusiones, de verdad están salvando al mundo empresarial.

Ah y por si no lo sabían ahora hay un puesto nuevo que se llama DIRECTOR DE FELICIDAD… en serio no se rían, existe en las grandes corporaciones como Samsung, Google, Sony, etc. Y en algunas empresas latinoamericanas.

Y los Grandes motivadores nacionales e internacionales, y los coach certificados en Tequisquiapan, se están hinchando de ganar lana, mucha lana, y escriben libros, graban películas y videos y se hacen “influencer” en redes sociales. HASTA QUE LA BURBUJA REVIENTE, PORQUE VA A REVENTAR ESO ES SEGURO.

Voy a terminar por hoy, con dos preguntas para reflexionar y para retomar el tema en una próxima publicación:

  1. Un operador de Producción que trabaja 8 horas diarias, haciendo lo mismo todo el día (En una maquila) y le pagan 250 pesos diarios, ¿Será un buen candidato para alcanzar la felicidad en el trabajo?
  2. ¿Cuál niño de entre 8 a 12 años es más irrespetuoso con sus maestros, desobedece mas a sus padres y tiene más amigos reales (De carne y hueso), uno de 1970 o uno del 2018?

FELICIDAD 3

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RECUERDOS Y NOSTALGIA

COSAS CURIOSAS DEL PUEBLO III

EL ENSABANADO:  Este es uno de esos sucesos que sinceramente cabria como caso de estudio en varias disciplinas de alguna universidad. La Sociología podría hacer un estudio muy interesante de comportamiento social; la psicología Social lo podría encausar como una investigación de “histeria colectiva”; las ciencias de la Comunicación lo podrían mostrar como ejemplo vivo de cómo nace, se desarrolla y transmite un rumor y sus efectos en la población.

Aunque me tocó vivirlo, como casi todo lo que aquí escribo, no tengo muy precisas las fechas (Quienes me leen frecuentemente ya se habrán dado cuenta que no soy bueno para las fechas) pero debe de haber sido en 1968 o 1969. Era verano eso estoy seguro cuando todo comenzó porque en esos años en el pueblo todo mundo dormía afuera de las casas, en los patios donde se ponían catres de lona, cauchos de resortes o simples colchones en tablas. Era la única manera conocida de hacer frente al calor sofocante, se regaban los patios de tierra para refrescar un poco y se tendían los catres y a dormir. Las noches eran normalmente muy silenciosas, te acostabas y podías escuchar los ladridos de los perros, un que otro carro que pasaba, algún radio encendido y los trailers que pasaban por la carretera y frenaban al llegar a la curva. Conforme se hacía mas noche, los ruidos eran menos y podías casi escuchar las conversaciones de los vecinos ya acostados en sus patios. Aún recuerdo el hermosísimo cielo estrellado y cómo me entretenía buscando satélites que los identificabas porque eran una lucesita igual que una estrella lejana, pero que iba avanzando en el cielo. Era una emoción encontrar uno y verlo avanzar… hasta que te quedabas dormido. Hoy pienso que qué hermosa manera de encontrar el sueño.

El día y el momento exacto que comenzó esto, no lo sé, creo que nadie lo sabe. Quién lo inició, tampoco. Varios se han querido colgar la autoría, pero la realidad es que no hay un solo autor. Todavía hoy cuando nos juntamos los amigos se arman discusiones respecto a quién o quiénes fueron.

Un día de tantos temprano en la mañana, se supo en el pueblo que en el barrio de abajo, fulanita de tal, estando acostada en el patio vió pasar una figura blanca, que caminando rápido, dio vueltas por el patio y entre los catres y luego desapareció. Fue tal el susto de la fulanita de tal, que en cuanto pudo articular palabra, se incorporó en su catre gritando y ahogándose queriendo decir algo y apuntando hacia donde había desaparecido la figura blanca; con los gritos y el susto, se despertaron todos en la casa y con el barullo despertaron a los vecinos. Lo que se sacó en claro es que “una cosa blanca, como si alguien anduviera envuelto en una sábana, se le había aparecido”. Eso debe de haber sido como a las 2 o 3 de la mañana. Para las 7 u 8 de la mañana ya todo el barrio de abajo sabía lo que había pasado. Para las 9, 10 de la mañana, las gentes que llegaban a los changarros compartían la historia. Y para medio día, ya todo el pueblo sabía del suceso y lo platicaban divertidos y riéndose.

Hasta ahí todo hubiera sido “normal”. Una historia más de “espantos” de las tantas que había en el pueblo. Una historia más de “aparecidos”. Lo más probable es que para la caída del sol ya todo mundo se había olvidado de la historia.

Cayó la noche y el pueblo de nuevo se puso en paz…  aparentemente…

Esta vez los gritos y susto y ruidos, se escucharon en el barrio de arriba, por rumbos de que José María Méndez. De nuevo la figura blanca, había sido vista en el patio de una casa, pasó corriendo y desapareció de la misma forma. Era la misma figura blanca “como arropada por una sábana”, que había visto la Fulanita de tal una noche antes. En la mañana los comentarios eran “¿Supiste lo que pasó a fulano?” y te contaban la misma historia, pero ahora había sido en el otro extremo del pueblo. Todavía no dejaba de ser una anécdota más, poco creíble además. Pero todo el pueblo lo supo.

La tercera noche, la figura blanca se le vío por la loma, por el barrio de los Bracamontes, pero esta vez lo vieron pasar ya no corriendo, sino volando al ras del suelo. Susto tremendo, gritos histéricos, chamacos llorando, hombres vistiéndose para salir a perseguirlo. Desapareció tan rápido como había aparecido. En la mañana el comentario era “¿Supiste que vieron al ensabanado en por rumbos de la loma en casa de los tal?” “Oye, el ensabanado se apareció volando en tal lado”.

Ahora si ya era para tomarse en serio y las pláticas de los esquineros, en los changarros, en las casas, en todos lados era sobre el “ensabanado”. Se sentía un poco de miedo en el ambiente.

FANTASMA

El ensabanado no hacía daño, hasta ese momento solo se había limitado a pasar y desaparecer. Pero que miedo. Siempre aparecía de noche, entre las 12 y las 2 ó 3 de la mañana.

Las siguientes  6 ò 7 noches el ensabanado siguió apareciendo en distintos rumbos del pueblo y fue adquiriendo poderes: Volaba no caminaba, podía con facilidad pasar volando bardas de 2 metros de altura, hacia ruidos extraños, amenazaba con tocarte…

Se apoderó del pueblo una histeria colectiva y comenzaron las discusiones en las familias y en la calle en los grupos de hombres; unos decían que era un espanto y dependiendo de donde se aparecía o lo veían, “podía ser fulano de tal que ahí vivió y se murió hace como 60 años”; otros decían que eran “marcianos” (Asi les decíamos a los extraterrestres) pues se habían visto unas luces extrañas por el cerro. Otros decían que eran unos vagos de Caborca que venían al pueblo a asustar y divertirse. Lo cierto es que ya el tema de conversación todo el día a todas horas y en todas partes era “El Ensabanado”.

A las dos semanas de la primera aparición, el ensabanado seguía apareciendo, pero ahora en dos o tres lugares apartados entre si, casi al mismo tiempo, sólo con diferencia de unos cuantos minutos, lo cual lo hacía más increíble y más temible, pues podía trasladarse en cuestión casi de segundos de un lugar a otro del pueblo. La gente comenzó a casi no dormir, muchos prefirieron dormir dentro de casa aunque hiciera calor.

Para tranquilizar a la población el ayuntamiento contrató cuatro policías auxiliares para reforzar a los tres que había. Comenzaron a hacer rondines por los distintos barrios del pueblo para dar tranquilidad y seguridad a la gente. Aquello era una locura, el miedo se reflejaba en las caras de mucha gente y el coraje en otros. Se comenzaron a formar grupos de hombres adultos, de jóvenes adolescentes y de chamacos para “cazar al ensabanado”. Mis amigos y yo formamos un grupito de chamacos de 13, 14 años y armados de piedras y palos, recorríamos barrios enteros buscando al ensabanado. En el camino nos encontrábamos con otros grupos que hasta tenían sus señas de silbidos para alertarse unos a otros, había que silbar, no gritar porque el ensabanado podía oírlos.

Obviamente como chamacos debíamos llegar a dormir a casa asi es que nuestros rondines acababan temprano en la noche.

Al siguiente día no despertábamos con la noticia de que el ensabanado se había visto por tal lado, que los del barrio tal lo habían perseguido y tirado piedras, pero se les había perdido en la casa de no se quién. Y todo eso se contaba con tremendos ojotes abiertos del susto. No faltaba la señora que había caído desmayada porque vio el ensabanado en el patio de la casa, pero resultó ser una sábana o una camisa blanca en el tendedero de la ropa.

Asi pasaron tres casi cuatro semanas, la noticia llegó a la radio en Caborca, que era la radio que escuchábamos y se hacían comentarios entre chuscos, divertidos y serios de lo que estaba pasando en Pitiquito. No faltaron los jóvenes que con unas cervezas de por medio, llegaban de Caborca en carros a “ayudar a los Pitiqueños a agarrar al ensabanado”.

Una noche estábamos mi grupo de “caza ensabanado” con piedras en mano en la esquina de lo que era la casa del Dr. Lizárraga, era temprano, tal vez las 11 casi las 12 de la noche. Alguien grito “El ensabanado, alla en la loma” y al mismo tiempo se oyeron gritos de mujeres que gritaban “el ensabanado, el ensabanado” y volteamos y efectivamente en la esquina de la casa de Ramón Salcido, tres cuadras arriba de donde estábamos, vimos pasar al ensabanado corriendo. Salimos en estampida todos con ese rumbo, pero nos detuvimos en seco al escuchar tres disparos que sonaron horribles y los oímos muy cerca. Era el Tito Pino, el herrero del pueblo, que había hecho los disparos con un rifle cuando vio al ensabanado.

A partir de esa noche el ensabanado agarro miedo. Y poco a poco dejó de “aparecerse” hasta que ya no lo hizo más.

Con el correr de los días se comenzó a saber que el ensabanado era caracterizado por distintos jóvenes y hombres del pueblo que se ponían una sábana y salían a asustar gente y se daban la divertida de su vida. En realidad eran varios los ensabanados pero ni volaban, ni hacían ruidos extraños, ni atravesaban paredes, solo corrían. Estoy seguro que algunos “Ensabanados” me estarán leyendo.

Afortunadamente no hubo un muerto con disparos, ni hubo infartados. Asustados, desmayados, nerviosos, desvelados sin dormir, accidentados al caerse al suelo huyendo del ensabanado, miados y cagados si.

Por eso digo. Lo que pasa en Pitiquito, solo en Pitiquito. A ver díganme si no

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RECUERDOS Y NOSTALGIA

COSAS CURIOSAS DEL PUEBLO II

LOS CHISTES: Asi le llamábamos en Pitiquito a lo que en otros lados se conocía y conoce aún como Comics. Para nosotros eran “Los Chistes”. Y decíamos “¿Ya viste el chiste del Pato Donald?”. Había un solo lugar donde se vendían y era la tienda de Piñita. El Sr. Piña y su familia, su esposa y su cuñada, eran Filipinos. No sé cómo o en qué año llegaron al pueblo, yo ya lo conocí con su changarro en el que además de los artículos normales que se vendían en un changarro de pueblo, era el distribuidor de revistas y chistes y de la lotería nacional y del pan de Caco. El Sr. Piña (Piñita le decían en el pueblo) era un señor sumamente amable, agradable, atento y servicial. Había palabras del español que se le dificultaban y hablaba mal. Tenía un aparato de sonido, el único para esos fines en el pueblo, mediante el cual anunciaba todas las tardes a las 6 de la tarde “Pam, pam, pam, ya llegó el pam de Caco, calientito, lecién hecho”. Y la lotería nacional la anunciaba “Comple su cachito de lotería. Acuéstese poble y amanezca lico”.

comic 2Ahí con él comprábamos los chistes (Comics) de Micky Mouse, Pato Donald, Porky, Archi, La pequeña Lulú, Roy Rogers, Red Rivers, El Llanero Solitario, Tarzán, Los Supersabios, La Familia Burrón, etc. Costaban 80 centavos ó un peso.

Incluyo los Chistes en las cosas curiosas del pueblo porque no he sabido nunca de otro lugar del país en el cual se acostumbrara lo que en Pitiquito: Los chamacos del pueblo, los comprábamos, los leíamos, los juntábamos y luego los intercambiábamos entre nosotros. Juntabas 10, 15, 20 chistes y luego ibas y tocabas la puerta de tu vecino o de tus amigos o conocidos en el pueblo y les decías “Te cambio chistes”. Entonces, te pasaban a la casa y en la sala o en la recámara nos sentábamos yo con mi bulto de chistes y él con el suyo. Los poníamos en la mesa o la cama, yo agarraba su bulto y comenzaba “Este ya, este ya, este ya, este no, este tampoco, etc” Los que no habías leído los ponías a un lado. Luego el otro hacia lo mismo con tu bulto de chistes. Al final se contaban los que yo no había leído, él hacía lo mismo y nos los cambiábamos haciendo que los números coincidieran. Es decir si yo tenía 5 de él que no había leído y el tenía 7 míos que no había leído, solo intercambiábamos 5. Y luego te ibas a otra casa.

De dónde venía esa costumbre, quién la inició, cuándo se inició no se. Pero era una sanísima y acertada costumbre que desafortunadamente en algún momento se perdió. Nos obligaba a leer en primer lugar, y ahorrábamos un buen dinero con el intercambio. Los chistes prácticamente daban vueltas por todo el pueblo hasta que se acababan y se desgastaban, se deshojaban.

 

LOS AÑOS DE LA SUERTE: Un escritor latinoamericano habla de “Los años de la peste”. En Pitiquito, son “Los años de la suerte”. Desafortunadamente en esos años yo no vivía ya en Pitiquito, estaba fuera estudiando mi carrera o trabajando, pero en su momento me enteré y aún hoy en las pláticas salen a relucir esos años y esos eventos. Y es cuando los Pitiqueños decimos “Sólo en Pitiquito” dando a entender que lo que pasa ahí, no pasa en ningún otro lado. Y por eso estos eventos los agrupo en las cosas curiosas del pueblo.

Para quienes no conocen, les informo que por la orilla del pueblo pasa la carretera federal 2 Santa Ana – Tijuana y ahí exactamente en el pueblo, hace una curva después de bajar lo que se conoce como “El puerto”. La curva no es muy cerrada ni creo que tenga defectos de construcción, pero a lo largo de su existencia ha habido algunos accidentes en esa curva, la mayoría de tráiler y camiones de carga y atribuidos al cansancio de los operadores o a que se quedan dormidos. Pero mientras unos accidentes quedan registrados como meras estadísticas, otro pasan a la historia.

1976, el día exacto lo desconozco, pero debe de haber sido octubre o noviembre. Un camión Torton se volteó casi llegando al pueblo. No hubiera pasado de ser un accidente normal si no hubiera sido porque iba cargado hasta el tope de paquetes de mariguana. La noticia corrió como reguero de pólvora por el pueblo y antes de que llegara la policía federal de caminos y el ejército, fácil media carga desapareció. Hay muchas historias y rumores en torno a este suceso, pero como no me constan las omitiré. Sólo diré que algunos jefes de familia fueron muy felices y otros tiraron el piojo.

 

1982, 31 de diciembre. Como era invierno y hacía frío, el pueblo estaba apenas tomando vida a media mañana con la gente preparándose para celebrar el año nuevo en el baile de gala que se hacía en esos años en “La Galera”. En alguna otra ocasión platicaré de los bailes de año nuevo, pero hoy sólo diré que era el baile al que prácticamente todo el pueblo asistía, con sus mejores galas y era amenizado por alguna orquesta o grupo regional famosillo.

Deben haber sido como las 11 ó 12 del día cuando se comenzó a sentir una gran agitación en el pueblo. Carros iban y venían, gritos y risas por todos lados, gente corriendo con carretillas mezcleras por la calle, gente a caballo, hasta las carretas de mulas se desempolvaron.  No sólo los hombres, las mujeres dejaron sus quehaceres y salían de las cosas despavoridas y limpiándose las manos y con el mandil puesto. Dejaban tirados chamacos y estufas. Si alguien hubiera podido observar esas escenas desde arriba como en un helicóptero o algo asi, hubiera pensado que aquello era totalmente surrealista. ¿Qué estaba causando esa agitación?

Un tráiler y remolque se volteó en la curva de la carretera, frente al pueblo. Iba cargado de cajas de Ron San Marcos.  Oh my god!!!!! El cielo en la tierra. ¡La gloria en Pitiquito y el DÍA ULTIMO DEL AÑO!!! Mejor ni en las películas.

Ese día, esa noche, el baile estuvo super animado, toooodo el pueblo andaba en el baile con una botella de San Marcos en la mano y otra clavada en donde podía.

1985, era verano pero no me lo han podido asegurar. Si tres años antes, con el tráiler de San Marcos las escenas eran surrealistas, lo que ahora pasaba era como una película de esas de zombis donde todos se pelean contra todos y todos se comen a todos. Se veía un solo amontonamiento a veces desordenado, a veces ordenado, prácticamente toooodo el pueblo en un mismo lugar.

Se había volteado un tráiler doble remolque cargado de CAGUAMAS TECATE. Puede alguien imaginar un evento, un suceso más hermoso, más idílico que ese. Yo no sinceramente.

A pié, a caballo, en carreta, en bicicleta, en motocicleta, en carretilla, en diablitos, en autos sedán, pickups, camiones de carga, en todo lo que había disponible, la gente cargaba las cajas de cerveza. A ratos se ayudaban unos a otros y a ratos le entraban solos. Los que no tenían más que los brazos pa cargar, le ayudaban a los que traían carro e iban a mita y mita con la carga. Arreglos y desarreglos hechos al segundo y al vapor que emanaba de la cerveza derramada. Si el de San Marcos tardaron tres horas en dejarlo limpio, el de Tecate en una hora o menos quedo vacío.

Todavía un més después del suceso llegabas a cualquier casa y en lugar de leche desayunaban con cerveza. No tomaban agua, pura cheve. Si llegabas de visita no te ofrecían café, sacaban una Caguama.

¿Puede alguien mencionarme un lugar en el mundo donde haya pasado lo mismo? Mariguana, Ron y Cerveza como caída del cielo. Y dónde pasó eso. En Pitiquito.

Seguiré en otro artículo con otros sucesos curiosos. Gracias.

 

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PERSONAJES DEL PUEBLO

COSAS CURIOSAS DEL PUEBLO

LOS ESQUINEROS: Una vieja y arraigada costumbre en los pueblos de Sonora es que los hombres del pueblo se reúnan en ciertos lugares a platicar y ver pasar el tiempo. Digo de Sonora porque en otros pueblos de otros estados, la costumbre es reunirse en la plaza del poblado. Pero en Pitiquito fue en las esquinas, en ciertas esquinas, porque no cualquier esquina reúne los requisitos para ello. En el Pitiquito de hoy es una costumbre en vías de desaparición, es decir, ya no es tan frecuente. Pero en mis tiempos si.

Los hombres de cierta edad, de cuarenta pa arriba, en especial los muy adultos, se reunían en las esquinas a platicar, de preferencia en la tarde – noche una vez que recalaban de sus quehaceres diarios de los campos y los ranchos y después de haber cenado, pues se cenaba temprano, a las 6 ò 7 de la tarde.

Era una sana costumbre. De qué platicaban no sé, porque a los niños y jóvenes nos estaba vedado acompañarlos, eran adultos y me imagino se ponían al día de los chismes y de lo que pasaba en el pueblo y recordaban viejas anécdotas y aventuras. Se oían las carcajadas y se veían los cigarros encendidos y el humo de los mismos. No eran huevones como muchos piensan, eran personas trabajadoras todos, muy trabajadores.

Como estaban muchas horas ahí sentados, se daban cuenta de todo lo que acontecía alrededor de su punto de observación y sabían quién pasaba o quien llegaba o si andaba algún carro extraño en el pueblo.

Los esquineros eran un buen punto de referencia. Si andabas buscando a alguien lo más certero era preguntarles a los de la esquina “¿Oigan, no han visto pasar a fulano?”  “¿Hace mucho que pasó?” etc.

Había esquinas mejores que otras, por su ubicación y por su concurrencia. Y creo que también por la comodidad. Una esquina cómoda debía cuando menos tener una banqueta amplia donde sentarse, y si era alta, es decir de unos dos o tres escalones mejor; estar en un punto concurrido donde pasara gente a pie o en carro, o estar fuera de algún changarro al que iba la gente a comprar.

Yo recuerdo la Esquina del Molino, a la que iba mi papá, estaba céntrica y con mucho tráfico. Ahí recuerdo sentado además de mi papá a Pancho Ortega, el Secre Trujillo, el Paye Espinoza, el Chinito Lizárraga, Matías Velázquez, Alfonso Gastélum, José Luis Celaya y el Negrito Celaya cuando no estaban atendiendo sus cantinas.

La Esquina del Prieto Estrella, ahí se juntaban los del barrio, Pedro Méndez, Luis Cañez, el Patito Ortega, Neto Mazón, Tiburcio Montaño, el Tabila Lizárraga, Manuel Carrasco y a veces Don Manuel Gamboa.

La Esquina de los Mazón que era afuera de la tienda de los Hermanos Mazón, Carlos, Luis y Polo. Ahí podías encontrar a Renan Aguilar, Luis Méndez, Ramón Lizárraga, Matías Velazquez, Octavio Celaya, Enrique Vidal, Fay Méndez, Laurencio Reyna.

La Esquina de Los Monreal, que era en donde estaba la tienda de los Hermanos Monreal, Manuel, Pancho y Homero. De esa esquina no recuerdo muy bien quienes eran los asiduos, pero sin duda algunos de los ya mencionados en las otras.

La Esquina de La Mision, que es en donde hoy esta el parquecito de Don Alfredo. A esa iba mi abuelo Miguel Méndez Lizarraga, ya muy adulto y algunos de Zaragoza.

Había otras sin duda pero no están en mi radar en estos momentos.

Las reuniones eran diario y se terminaban por ahí de las 10 de la noche o un poco antes dependiendo del clima. Nunca y lo juro, los vi tomando cerveza o algún licor. Para eso estaban las cantinas. Las esquinas eran para platicar y pasar el rato. No había televisión y no a todos les gustaba el cine. Sólo había radio, y en la noche ya casi no sintonizabas nada salvo que tuvieras un radio de onda corta (Luego les cuento los programas que oía en Pitiquito, de la XEW de México).

Era común que alguno de los esquineros trajera alguna vara larga y con ella dibujaba en la tierra mientras platicaban. Las calles no estaban pavimentadas, asi es que en la tierra, dibujaban y escribían y sacaban cuentas. Y si no era con una vara lo hacían con el dedo.

Cuando mi papá fue Presidente Municipal y Faustino Félix Gobernador (Faustino era de Pitiquito) se inició con la pavimentación de las primeras calles en el pueblo. La calle Zaragoza, la Hidalgo y la Principal. Fue una hermosa obra hecha con todas las de la ley pues se introdujo al mismo tiempo antes de echar el pavimento la red de drenaje.

Cuando la obra estuvo terminada, en una visita de mi papa al Gobernador, en palacio en Hermosillo, ya cuando iba de salida, le dijo Faustino, “Esperate Miguel” y levantándose fue a su escritorio y saco una caja y se la entregó. “Toma – le dijo—llévasela a la bola de esquineros del pueblo” “Y qué es esto” — le dijo mi papa, “Es una caja de gises pa que puedan escribir en el pavimento” le dijo Faustino soltando la carcajada, “Estos cabrones han de estar mentandome la madre porque ya no pueden dibujar en la tierra, jajajajajaja”  Y sí.

EL TOQUE DE QUEDA: No sé quién lo inició ni en qué fechas, pero el caso es que a mi si me tocó “El Toque de queda”. Obvio, ahora lo llamo así, en aquel entonces no sabía ni qué era eso, pero eso era en realidad: un Toque de Queda para la chamacada del pueblo.

A las 9 de la noche en punto la única patrulla del pueblo recorría las principales calles con la sirena encendida a todo volumen, con los únicos tres policías que había, a bordo.

Era la señal para que TODOS LOS CHAMACOS Y JOVENCITOS, nos metiéramos a nuestras casas. No había razón para que después de esa hora anduviéramos en las calles. De niño, de 8, 9 años, hacías caso y salías corriendo a tu casa a acostarte. Pero ya mas grandecito de 12, 13 años años nos preparábamos para divertirnos un rato a costa de los polícias.

El comandante Chu García, y los policías Chito López y Chico García recorrían el pueblo con la sirena encendida y nosotros los “toreábamos”. Nos escondíamos en algún lugar y cuando la patrulla venía cerca, alguno de la bola saltaba y cruzaba la calle corriendo. Si teníamos suerte, la patrulla se paraba y bajaban los polícias a corretearnos con unas varas de mora o un fuete en la mano. Éramos unos ocho ó diez chamacos corriendo en todas direcciones y pasándoles por enfrente. Ellos nos correteaban una cuadra, nunca nos alcanzaban, se regresaban a la patrulla y seguían con el recorrido. Cuando terminaban el recorrido a la entrada del pueblo, apagaban la sirena y se regresaban en silencio a “cazar chamacos” y darles unos varejonazos para que se fueran a acostar a sus casas y no anduvieran vagando.

Me tocó ser testigo y ver compañeros a los que les dejaban las varas pintadas en las piernas, en los muslos o en la espalda, y llorando y gritando del dolor.

Sanisima costumbre, y acertada decisión no se de quien, que duró muchísimos años, hasta los 70s. Hoy los polícias hubieran sido demandados por los padres y acusados en derechos Humanos y estarían en la cárcel.

No se de otro pueblo en el que se hiciera algo similar. Debe haberlos, pero no conozco casos.

En unos días continúo con otras cosas curiosas de Pitiquito de los 60s, 70s.

Gracias por su interés.

 

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RECUERDOS Y NOSTALGIA

LOS FESTIVALES EN EL CINE.

Los festivales en el cine Pitiquito eran frecuentes en al año. Normalmente eran organizados por la escuela primaria y su Director el Profesor Francisco Burruel, mi tío. Burruel, como se le conoció en el pueblo, es la única persona que andaba todos los días, los 365 días del año, de corbata, fuera invierno o verano, lloviera o cayera lumbre del cielo. Fue famoso por eso y porque siempre traía algún libro, revista o periódico bajo el brazo. Fue muy entusiasta, muy entretenido y buena persona; educó a muchas generaciones durante más de 30 años. Entre la chamacada era célebre porque a todos nos decía “Indio”. “Qué hacen indios”, “indios compórtense”. Hoy, con toda seguridad algún padre de familia lo hubiera demandado por “discriminación y Bullyng”. Nosotros nos reíamos y lo imitábamos. Fue el Director de la escuela primaria José Carmelo, pero también tenía plaza y daba algunas clases en la Secundaria Ignacio Manuel Altamirano. Excelente Basquetbolista, además.

Cuando por alguna razón la escuela primaria necesitaba algún arreglo de albañilería o arreglar sanitarios o comprar material de limpieza como escobas, trapeadores etc. O material deportivo como balones, pelotas, guantes etc. Burruel organizaba un festival, que consistía en un evento para todo el público, que se presentaba en el Cine Pitiquito, con unas dos horas de duración y en el que se presentaba de todo: Sketch cómicos, declamaciones, cantantes, bailables, músicos, etc. Burruel les llamaba “Programa Literario Musical”. Se elaboraban boletos y se vendían a las mismas familias como una forma de cooperación, para juntar dinero para la escuela.

Cada salón, de primero a sexto año, debería presentar algo, y la responsabilidad recaía en el maestro o maestra del grupo, quien organizaba el número musical, bailable o actuado, con el que debería participar en el Festival.

Se hacían en el cine en algún día entre semana que no había proyección de películas, lunes. Miércoles o viernes. Pienso yo ahora, que eran en el cine por varias razones: Era un lugar cerrado y para entrar necesitabas presentar tu boleto; tenía butacas y por lo tanto más cómodo; el sonido era mejor y todo se escuchaba súper bien y lo más importante creo yo, sin que me conste, pero casi estoy seguro, que Don Raúl Reyna no cobraba renta, es decir, prestaba el cine para el festival.

“El escenario” se montaba enfrente de la pantalla y consistía en unas tablas de 30 piés de largo por uno de ancho, puestas una al lado de la otra, sobre unos tambos de lámina de 200 litros. Una escalera lateral para que subieran y bajaran los “actores”. Y los actores no sólo éramos los alumnos de la escuela, también participaban algunos adultos, jóvenes o maduros, del pueblo que se prestaban y colaboraban gustosos en cada Festival. Atrás de la pantalla hábia un cuarto que servía de “camerino” donde nos vestíamos, nos maquillaban y nos preparaban para subir a escena.

Cada festival era un éxito rotundo en todos los aspectos. El Cine se llenaba a reventar, incluso con gente parada en los pasillos. Todo el pueblo se divertía y tenía una noche diferente de la rutina diaria. Diversión sana y alegría a raudales.

En lo personal recuerdo que me tocó actuar en dos festivales. Uno en tercero de primaria en un sketch cómico en el que actuaba de indito, vestido con pantalón de manta y con la tonadita al hablar. Debe haber sido muy cómico porque aún recuerdo las caras de la gente riendo hasta las lágrimas. Y otro en quinto de primaria en el que bailamos una polca creo.

Los Mazón cantaban precioso y eran infaltables en los festivales. Rosa María Mazón y Carlos “El Chale” Mazón. Cantaban con mariachi en vivo. El Chale se fue a vivir a Estados Unidos muy joven y por allá cantó también grabando algunos discos y cantando en Las Vegas en donde vivió hasta su muerte hace pocos años. Pancho “De la Chahua” cantaba también. Sixto Duarte declamaba, era buenísimo, sobre todo con “La Chacha Micáila” y otras por el estilo, con las que hacía llorar a todas las señoras. Los “Pitison” grupo de rock local tocaba y acompañaba a algunos actores. “Los Pitison” lo integraban, Homero Aguilar, que tocaba saxofón y era el director del Grupo, José Luis Monreal el “Kitito”, en el bajo, el “Güero Pesetón López” en la batería y en la guitarra no me acuerdo, ¿podría ser Chuy Heredia? Había otros integrantes, pero no los logro ubicar bien. Homero Aguilar, después se fue a vivir a Las Vegas también donde trabajo toda su vida.

También cantaban y se echaban sus “palomazos” el Güero Fontes, que además era fotógrafo, el Fili Montaño y creo que alguna vez también actuó Milo Castillo (Era Castillo?)

De los cantantes niños, en los festivales, pues “El Cachambito”, Alma Delia Mazón y creo que Mirna Mazón también. Las hermanas Parra, Azucena que tocaba el acordeón y la Popeta que tocaba la guitarra creo, también subieron al escenario alguna vez.

Con todo ese completísimo elenco de talentos locales se armaba el festival que entre los 6 números de cada grado de la escuela primaria, más las colaboraciones de los adultos y el grupo musical, fácilmente duraba dos horas o más. Si algo fallaba, lo cual era lo más normal, nadie se quejaba. Podía fallar el sonido, fundirse un foco, que alguien se cayera bailando, que a alguien se le olvidara su parlamento, alguien que faltaba porque se enfermó, etc. Etc. Pero todo era felicidad, todo era compañerismo y unión del pueblo en una buena causa.

En el Cine Pitiquito también había presentaciones de artistas foráneos profesionales. Durante los 40s y 50s fueron muy famosas las caravanas patrocinadas por alguna marca cervecera, “La Caravana Corona”, “La Caravana Carta Blanca”. Ahí venían artistas verdaderos de los que se veían en las películas, cantantes, cómicos, ventrílocuos, magos, etc.  A mí ya no me tocaron, pero cuentan que Paco Miller y sus muñecos se presentó alguna vez. Yo solo recuerdo una presentación en el Cine Pitiquito de Ángel Infante, hermano de Pedro Infante, y que cantaba también. Lo recuerdo con su precioso traje de charro que le brillaba todo y el sombrero de charro hermoso. Un pistolón enorme al cinto. En una de sus canciones sacó la pistola y tiró tres tiros. ¡Me llevé el susto de mi vida! Tronaron fuertísimo y varios chamacos salimos corriendo asustados. Al menos yo, jamás había escuchado un balazo.

Hasta aquí mis recuerdos del Cine Pitiquito. Ya lo dije antes, lugar de ilusiones, lugar de magia y de fantasías, espacio que te hacia soñar y te llevaba a conocer otros mundos y otras culturas, otras costumbres; lugar de amor y desamor, lugar de encuentro, de unión.

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RECUERDOS Y NOSTALGIA

EL CINE PITIQUITO II

El Cine Pitiquito fue un ícono, un emblema, un referente, un lugar de encuentro para varias generaciones. Yo no pretendo hacer una recopilación de la historia, por eso no me pregunten por fechas, porque no las sé; solo pretendo plasmar mis recuerdos tal cual yo los viví, los ví y los sentí. Las fechas y los datos hay que dejarlos para los que se dedican a eso. Yo no.

Deben haber sido tres o cuatro décadas las de la existencia del Cine Pitiquito. Yo nací en la mitad de los 50s y ya estaba en función. Se cerró en la segunda mitad de los 70s ya con Don Raúl Reyna, su segundo propietario, cansado creo yo. No era fácil ni sencillo la operación de una sala de cine en un pueblo en medio de ninguna parte.

La distribución de las películas se hacía por tierra, enviándolas como paquetería en los autobuses de pasajeros. Eran normalmente dos atados con 9 ó 10 rollos de película de acetato de 35mm, cada uno, es decir 18 a 20 rollos en total que formaban una película de 1 hora y media a dos horas. Venían en unos estuches de lámina. Eran pesaos los bultos.  Don Raúl los recogía en la terminal de Transportes Norte de Sonora en Caborca. Y era un ir y venir al terminal diario porque la película que se exhibía el martes llegaba el lunes; el miércoles llevaba la exhibida el martes y la embarcaba y recogía la que se exhibiría el jueves y así todas las semanas del año. No era frecuente, pero si sucedía que no llegaba a tiempo la película y por lo tanto no había función.

Quien hacía labores de “Cácaro” o Proyectista, subía los rollos a la sala de proyección y durante el día los revisaba uno a uno para ver en qué condiciones venía y si estaban en orden o nó. Si había que hacer alguna edición, se hacía.

La foto que sigue, muestra los dos proyectores con que contaba el Cine Pitiquito. Se les llamaba “cinescopio” palabra que venía de los inicios del cine a finales de los años 1800s, cuando Lumiere, un francés, hizo las primeras filmaciones y proyecciones en algo que llamó Cinescopio. En realidad eran proyectores de filmes.

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En esa sala de proyección vivimos y aprendimos muchas cosas. Por metiche, y porque me dejaban entrar,  y si no me dejaban lo veía por una ventana lateral, vi muchas veces cómo transcurría en la sala de proyección, una función de cine. Súper interesante, entretenido para un chamaco de 9 años, magia pura. Era mucho trabajo y acelere y con mucho calor irradiado por los proyectores en función.

Los rollos venían numerados, se montaba el 1 en un proyector y el 2 en el otro; se echaba a volar el proyector 1 y el cácaro debía estar listo y atento para en el momento exacto en que terminaba el rollo 1, echar a volar el proyector 2 y continuar la proyección SIN QUE SE NOTARA EL SALTO O CAMBIO DE ROLLO. Era un arte sinceramente y se requería de mucha experiencia para ello. Y asi transcurría toda la función.

El problema y el acelere venía cuando la película se “cortaba”, que era súper frecuente. En una proyección podía haber dos o tres cortes.  La gente se enojaba, gritaba y chiflaba para “avisar al cácaro” que se había cortado. No era un corte en el sentido literal de la palabra. Lo que pasaba es que la película, el acetato, el rollo, se quemaba o con la lámpara del proyector mal ajustada o con lo caliente del mismo proyector. En ese momento el Proyectista o Cácaro, corria, apagaba el proyector, abría la tapa, desmontaba el rollo de arriba, desmontaba el de abajo (Lo ya proyectado), los montaba ambos en unas bobinas improvisadas y cortaba lo que estaba quemado, raspaba una punta con una navaita Guillete y luego la otra, ponía acetona y las pegaba, cuidando que las escenas coincidieran, esperaba que se enfriara y a montar de nuevo los rollos en el proyector y encenderlo y echarlo a andar para continuar. Todo eso lo más rápido posible, normalmente en 10  ó 15 minutos. Tiempo que aprovechaban algunos asistentes para salir a comprar una soda o unas palomitas a la tienda del Sr. Serna, adjunta al cine. Era el equivalente a la dulcería de los cines de hoy.

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Las sodas valían 80 centavos, las palomitas 50 centavos y lo más caro eran los Hersey, Milkyway y chicle “De la Flecha” porque todo eso era americano. Era el único lugar que los vendía. Era 1962, 63, 64. No había productos americanos en ningún lado. Pero el Sr. Serna si tenía. A mi nunca me gustaron los chocolates… porque no podía comprarlos.

Mi papá me daba 5 pesos el sábado, era mi domingo, pero en sábado. El boleto en luneta costaba 3.40 y en galería 3.20. Asi es que los 5 pesos me alcanzaban para el boleto, una soda y unas palomitas.

Ya más grandecito me hice más mañoso y cuando no podía pagar el cine, me iba y me paraba en las cortinas de la entrada y de ahí parado, veía una gran parte de la película. Hasta el día de su muerte Don Raúl Reyna me decía “Trampa” por ese motivo, de cariño porque cuando yo ya tenía unos 15, 20 minutos parado, se acercaba a mi y me decía, “Pásale trampa” y me dejaba pasar sin pagar. Si me encontraba en la calle me decía “Quiubo trampa”. Al principio me daba vergüenza, pero me duró muy poco, luego se me quitó. En realidad pocas veces pagaba, porque como era amigo de sus nietos y andábamos en bola, me dejaba pasar.

Casi nunca me sentaba en galería porque era muy incómoda: Unas tablas de madera colocadas de pared a pared, en forma ascendente y con un hueco abajo. Me daba miedo además. En una ocasión estaba en galería, en la matiné del domingo, no sé por qué me senté ahí, debe haber estado lleno, lo que si recuerdo es que andaba estrenando unas botas vaqueras. Llevaba mas o menos media hora viendo la película, cuando sentí un piquete en la pantorrilla derecha; por instinto y por el dolor, tiré el manotazo con la mano izquierda y apreté; dolía como si fuera una brasa que me quemaba, salí corriendo del cine y casi llorando llegué a mi casa, me quité las botas y cayó un alacrán muerto ya. El susto fue mayor, se me comenzó a hinchar y obvio me dolía un chingo. Me pusieron mil cosas y me dieron de tomar otras mil, hasta bagazo de café me pusieron en la picada. A las horas comenzó a ceder hasta desaparecer.

Así pues, quiero dejar constancia que no cualquiera conoció el Cine Pitiquito “tras bambalinas”, en “Backstage” como dicen ahora; yo si y lo conocí muy bien y atrás de la pantalla también.

Era frecuente que en el Cine Pitiquito se estrenaran primero que en los cines de Caborca, grandes y famosas producciones americanas o mexicanas. Cuando eso sucedía, el cine se llenaba a reventar con gente que venía de Caborca a ver la película. Películas de Cantinflas como “El Padrecito”, “Ahí esta el detalle” o americanas como “Moisés y los diez mandamientos” recuerdo se estrenaron primero en Pitiquito.

Con toda seguridad los descendientes de Don Raúl Reyna tendrán muchas más cosas y detalles que contar del Cine Pitiquito y hasta más entretenidas, insisto que yo solo cuento lo que recuerdo y viví.

Hoy cada vez que paso por ahí siento la nostalgia y me da tristeza hasta cierto punto. No se dónde quedaron las máquinas proyectoras, las butacas y tantas otras cosas.

En alguna otra entrega platicaré de los festivales y de las caravanas y artistas que se presentaron en el Cine Pitiquito.